jueves, 19 de noviembre de 2015

Los Tratados que Chile Nunca Cumplió



Los asuntos entre Bolivia, Perú y Chile concluida la guerra del pacífico nunca quedaron zanjados.  La paz definitiva, fruto de un acuerdo amigable y  honesto aun esta pendiente. Desde que el acorazado “Blanco Encalada”  al mando del Coronel Sotomayor disparara sus cañones en la bahía de Antofagasta Bolivia el 14 de Febrero de 1879, hasta hoy, Bolivia nunca terminó de buscar una solución a su encierro marítimo.

Intentó, pretendió y facilitó numerosas gestiones con Chile de diversa índole y de carácter a lo largo de mas de un siglo. Y el estado chileno; impulsado por sus propios intereses, consciente o instintivamente por mas de cien años, ha tratado de esquivar y de obstaculizar cualquier acuerdo al que previamente arribaron ambas naciones de manera previa y conveniente. 

Las muestra mas evidentes del incumplimiento de Chile se ven reflejada en los acuerdos firmados desde el 3 de Abril de 1884 que cesaron el conflicto entre Bolivia y Chile en la Guerra del Pacífico hasta el protocolo complementario del 30 de abril de 1896.

Estos acuerdos, olvidados por la historia y el bullicio de la política cotidiana fueron sustituidos por el tenor del tratado de 1904 concebido, impuesto y firmado en Santiago  luego de 20 años de manipulación, traición y asfixia comercial, y que fue promovido por la oligarquía chilena en complicidad con la ultra derecha boliviana buscando siempre en el caso boliviano, sus propios beneficios por encima de los intereses de la patria.

El generalísimo Narciso Campero Leyes, héroe de la batalla del “Alto de la Alianza”, mano derecha del alcohólico y analfabeto Mariano Melgarejo,  oficial de rango en la campaña francesa de Argelia al mando del duque de Aumale, y presidente provisional de Bolivia por voluntad de una “asamblea de notables” en enero de 1880, defendió hasta donde le fue posible la idea de mantener a cualquier costo a Bolivia en la guerra.   
Este imaginario colectivo se mantuvo presente (tal vez erróneamente) en toda Bolivia por muchos años, debido a la confianza nacional en el desatendido potencial bélico de nuestro aliado, el Peru.

Alentado por las promesas del veleidoso ministro norteamericano en Lima, general Stephan Hurlbut, quien deseaba -  impulsado por sus propios intereses - un arreglo entre Chile y Bolivia con el fin de instalar una base naval  norteamericana en Chimbote (territorio peruano) y animado en La Paz por el grupo belicista de su propio entorno y por las infladas ilusiones de los generales peruanos Cáceres y Montero, de que “bastaba la guarnición de Arequipa, las montoneras y un contingente de 4.000 bolivianos para barrer con los chilenos”, ordenó una vez instalado en el palacio de gobierno, mediante un empréstito “para la defensa nacional” de medio  millón de pesos de la época, continuar los preparativos bélicos para mantener a Bolivia en medio de la guerra.

Luego del trauma de la derrota y frente a los enormes problemas que tenía la república e incitados por la irreemplazable necesidad de reorganizar el país, el 25 de Mayo de 1880 fue convocada una “Convención Nacional” en la ciudad de La Paz, con objeto de ser ratificado como presidente constitucional. La convención dispuso el tratamiento de varias leyes financieras; se decretaron impuestos sobre sucesiones hereditarias, disposiciones sobre la organización de la minería, de municipalidades, y finalmente organizaron el esquema diplomático de Bolivia que debía tratar la cuestión de la guerra con Chile. Las conclusiones sostuvieron que “hasta donde les fue posible se velaría la defensa de la integridad territorial ante cualquier intento de nuevos despojos”

Dos altos dignatarios de esa asamblea fueron designados como embajadores plenipotenciarios Belisario Salinas y Belisario Boeto para que viajaran a Santiago en una misión de alto nivel, con el objeto de que “mientras llegue la oportunidad un tratado definitivo de paz” con Chile, se negociara un “pacto de tregua”

A pesar de eso, el propio Campero en un arranque difícil de descifrar, resolvió en persona partir desde La Paz, con los 4.000 hombres que le fueron solicitados y un fuerte parque de artillería a auxiliar a Arequipa. No llegó a recorrer 20 kilómetros cuando llegó a sus oídos que el ejército chileno había tomado la ciudad de Arequipa el 29 de Octubre de 1883 sin disparar un cartucho.  La decisión de no presentar resistencia al invasor, en teoría, no fue de la ciudad de Arequipa, sino del mando político-militar, encabezado por el Presidente peruano Lizardo Montero el 16 de mayo de 1882. En esa ocasión, se trazó un plan de retirada a Puno para unir allí las fuerzas de los países aliados y resistir juntas al invasor.

Simultáneamente en Santiago, el presidente Domingo Santa Maria, conocedor de la fuerza de tareas boliviana y fiel a la naturaleza impetuosa de la diplomacia chilena, resolvió “devolverle la mano”. Ordeno a su ministro de guerra Rafael Sotomayor que mientras el recibiría en La Moneda a los diplomáticos bolivianos, dispusiera que su comandante en jefe Patricio Lynch, preparara una expedición de 15.000 hombres, que partiendo de Arequipa al mando del coronel Velásquez  se acantonaran en Puno y desde allá invadieran Bolivia hasta ocupar la Paz. La orden de La Moneda incluyó se “filtrara” la información cablegráfica para que esta estuviese disponible para las cancillerías peruana y boliviana mientras las conversaciones seguían apaciblemente en Santiago.

Campero muy contrariado, ya de vuelta, declaraba la ley marcial en Bolivia. Santa María ordenó en Chile deshacer la expedición, que ya no tenía objeto y en La Paz, esta orden produjo una sensación de alivio general. El espíritu bélico de 1879, ya desmoronado en Tacna, agonizaba sin remedio hacia la fecha de la tregua.

En medio de este ambiente tan poco apropiado, y a propósito, Chile discutió con los plenipotenciarios bolivianos las condiciones de tregua. Insistió en “el gobierno” de Antofagasta, se acordó una amplia libertad de tráfico hacia el Pacífico y la promesa formal de un tratado de paz para mejores días. Los plenipotenciarios aceptaron la totalidad de lo ofrecido, arrinconados por las circunstancias .

El 3 de abril, los señores Salinas y Boeto expresaron en carta al General Narciso Campero: 
"Fuimos invitados a una nueva conferencia con el Presidente de la República y el Ministro de Relaciones Exteriores, para examinar un proyecto de protocolo final. Se nos ha dado plazo hasta mañana para aceptarlo o rechazarlo. No cabe duda que la invasión a Bolivia se ha hecho inminente. Nuestros medios de defensa serían demasiado deficientes para contrarrestar el ataque de un ejército numeroso, aguerrido, bien armado y mejor preparado. Las calamidades de una guerra, los estragos de una ocupación violenta de nuestras ciudades y aldeas y la vergüenza de una posible derrota se han presentado a nuestras conciencias de una manera abrumadora y en situación de poder alejar estos peligros hemos resuelto suscribir la tregua... ".


Pacto de Tregua



 Mientras llega la oportunidad de celebrar un tratado definitivo de paz entre las repúblicas de Chile y de Bolivia, ambos países, debidamente representados, el primero por el señor ministro de Relaciones Exteriores Aniceto Vergara Albano, y el segundo por los señores Belisario Salinas y Belisario Boeto, han convenido en ajustar un pacto de tregua, en conformidad a las bases siguientes:

1º Las repúblicas de Chile y Bolivia celebran una tregua indefinida, y en consecuencia, declaran terminado el estado de guerra,
  
2º La república de Chile, durante la vigencia de esta tregua, continuará gobernado con sujeción al régimen político y administrativo que establece la ley chilena los territorios comprendidos desde el paralelo 23 hasta la desembocadura del río Loa en el Pacifico, (continúan largas descripciones de limites) En caso de suscitarse dificultades, ambas partes nombrarán a una comisión de ingenieros que fije el límite que quedará trazado con sujeción a los puntos aquí determinados.  (como administración temporal , en calidad de prenda pretoria, figura que nunca se cumplió)
                                                                                                                                                         
4° Si no se arribare a un acuerdo entre el gobierno de Bolivia y los interesados, respecto al monto de la indemnización de los perjuicios y de la forma de pago, se someterán los puntos en disidencia al peritaje de una comisión, compuesta de un miembro nombrado por parte de Chile, otro por la de Bolivia y de un tercero que se nombrará en Chile de común acuerdo, de entre los representantes neutrales acreditados en ese país. Esta designación se hará a la posible brevedad. (acápite que nunca se cumplió)

7° Los actos de autoridades subalternas de uno y otro país que tiendan a alterar la situación creada por el presente acto de tregua, especialmente en lo que se refiere a los límites que Chile continua ocupando (no considerados en su propia soberanía) serán reprimidos o castigados por los gobiernos respectivos, procediendo de oficio o a requisición.
( Frimado) A. Vergara Albano.- Belisario Salinas.- Belisario Boeto.


Los comentarios de los plenipotenciarios bolivianos pueden leerse en el mismo tratado son:  

Bolivia no puede resignarse a la carencia absoluta de un punto de comunicación con el Pacífico sin riesgo de condenarse a una perpetua clausura y a una existencia penosa, aún en medio de sus grandes elementos de riqueza.  Ambos Estados suscribieron un Pacto de Tregua en 1884 indefinida y no un tratado definitivo de paz, que mantenía el dominio de Chile sobre el Litoral boliviano, bajo la promesa chilena  de otorgar a Bolivia un acceso soberano al mar, una vez que se definiera la situación de Tacna y Arica y Chile pudiera disponer de los territorios sometidos a su soberanía. Los Plenipotenciarios bolivianos que negociaron el Pacto de Tregua, pidieron con instancia una salida al Pacífico para Bolivia y creyeron que podrían obtenerla en el extremo norte del territorio cedido temporalmente por el Perú.  El Ministro de Relaciones Exteriores de Chile se negó terminantemente a esta petición. A su juicio, esta petición no estaba siquiera dentro de la esfera de acción y de las facultades del Gobierno.


Chile no ha adquirido el dominio de aquellos territorios  No es dueño todavía y no debe entonces tratar como si lo fuera
 





Luego de enardecidas discusiones, el parlamento boliviano finalmente aprobó la firma del acuerdo, debido a la frágil situación militar, y a la intención del gobierno chileno de mantener un inquebrantable bloqueo en la costa que colocó a Bolivia al borde del aletargamiento económico al diferir constantemente el ingreso de carga del pacifico.

Una carta del presidente chileno Domingo Santa María dirigida a Rafael Sotomayor (su ministro de defensa)  el 26 de noviembre de 1879, manifestaba:
No olvidemos por un instante que no podemos ahogar a Bolivia... privada de Antofagasta y de todo el Litoral que antes poseía hasta el Loa, debemos proporcionarle por alguna parte un puerto suyo, una puerta de calle, que le permita entrar al interior sin zozobra, sin pedir venia. No podemos ni debemos matar a Bolivia...”


Fue Sotomayor el que murió en mayo de 1880 en el campamento de Yaras en Tacna.  Mas tarde, durante la administración de Aniceto Arce y de Mariano Baptista, Bolivia se vio en la dura necesidad de negociar con Chile un conjunto de tratados de paz, amistad y comercio que regularicen su desenvolvimiento comercial y aduanero con el objeto de poner fin al estado de guerra y al encierro en que prácticamente se encontraba, sin abandonar la idea, de obtener un acceso propio y soberano al Pacífico.

La mala nueva era que el tratado de Ancón en 1883, por el cual el Perú entregaba a Chile a perpetuidad la provincia de Tarapacá, había limitado toda certeza de compromisos futuros. Pese a eso, ambas naciones firmaron un conjunto de acuerdos mutuos en breve tiempo.  El primero el 6 de Agosto de 1874 cuyos acápites en resumen dicen:

Tratado de limites 1874
  
Las repúblicas de Chile y de Bolivia, estando igualmente animadas en el deseo de consolidar sus mutuas y buenas relaciones y de apartar por medio de pactos solemnes y amistosos todas las causas que puedan tener a enfriarlas o entorpecerlas, han determinado celebrar un nuevo tratado de límites que modificando el celebrado en el año 1866, asegure en lo sucesivo a los ciudadanos y a los gobiernos de ambas repúblicas la paz y la buena armonía necesarias para su libertad y progreso.

ARTÍCULO PRIMERO
 El paralelo del grado 24 desde el mar hasta la cordillera de los Andes, el “divortium aquarum” es el límite entre las repúblicas de Chile y Bolivia. 

ARTÍCULO SEGUNDO
Para los efectos de este tratado se consideran firmes y subsistentes las líneas de los paralelos 23 y 24 fijadas por los comisionados Pissis y Mujía, y de que da testimonio el acta levantada en Antofagasta el 10 de febrero de 1870. Si hubiere dudas acerca de la verdadera y exacta ubicación del asiento minero de Caracoles o de cualquier otro lugar productor de minerales por considerarlos fuera de la zona comprendida entre esos paralelos, se procederá a determinar dicha ubicación por una comisión de dos peritos nombrados, uno por cada una de las partes contratantes, debiendo los mismos peritos nombrar un tercero en cada caso de discordia; y sino se aviniesen para ese nombramiento lo efectuará Su Majestad. el emperador del Brasil. Hasta que no aparezca prueba en contrario relativa a esta determinación, se seguirá entendiendo hasta aquí que ese asiento minero está comprendido entre los paralelos indicados.



A buen entendedor el territorio comprendido entre el paralelo 23º al 24º  en los tratados sigue perteneciendo a Bolivia, porque el Tratado de 1874 y su complemento de 1875 no fue derogado o anulado hasta ahora, menos aun por el Tratado de 1904. en consecuencia, seguiría siendo boliviano el mar comprendido entre los paralelos 24º a 23º y las islas e islotes ubicados en este espacio de mar.  (Victor Hugo Chavez - 2011)



 ARTÍCULO SEXTO
La república de Bolivia se obliga a la habilitación permanente de Mejillones y Antofagasta como puertos mayores de su litoral.  (Litoral soberano boliviano)
  
ARTÍCULO SÉPTIMO
En compensación de la renuncia que Chile hace a sus derechos venideros sobre minerales en la zona territorial formada por los paralelos 23 y 24, Bolivia se compromete a reconocer una obligación determinada en una suma fijada por un tribunal de arbitraje nombrado con este objeto. Convienen las partes contratantes en designar en este carácter a Su Majestad, el emperador del Brasil.

ARTÍCULO OCTAVO
La república de Bolivia entregará a la república de Chile, previa liquidación efectuada por dos comisionados que nombrarán respectivamente las partes contratantes, la cantidad que le corresponde por la mitad de los derechos de exportación a que se refiere el artículo 2º del tratado de 1866, y que se hayan percibido hasta la fecha en que se verifique el canje de las ratificaciones del presente convenio. Si la suma pagable o parte de ella no fuese susceptible de exacta liquidación por falta de elementos bastantes para la cuenta o por otras dificultades, los mismos comisionados la fijarán.
En fe de lo cual, los que suscriben, plenipotenciarios de las repúblicas de Chile y Bolivia, han firmado el presente protocolo con sus respectivos sellos en Sucre a los seis días del mes de agosto de mil ochocientos setenta y cuatro años.

(Fdo.) Walker Martínez (Fdo.) Mariano Baptista

 
TRATADO ESPECIAL SOBRE TRANSFERENCIA DE TERRITORIOS DE 18 DE MAYO DE 1895

La República de Chile y la República de Bolivia, en el propósito de estrechar cada vez más los vínculos de amistad que unen a los dos países, y de acuerdo en que una necesidad superior, el futuro desarrollo y prosperidad comercial de Bolivia requieren su libre y natural acceso al mar, han determinado ajustar un Tratado especial sobre transferencia de territorio, y al efecto, han nombrado y constituido por sus Plenipotenciarios, a saber:

S.E. el Presidente de la República de Chile, a don Luis Barros Borgoño, Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, y S.E. el Presidente de la República de Bolivia, a don Heriberto Gutiérrez, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Bolivia en Chile: quienes, después de haber canjeado sus plenos poderes y habiéndolos hallado en buena y debida forma, han acordado las siguientes bases:

I - Si a consecuencia del plebiscito que haya de tener lugar, en conformidad al Tratado de Ancón, o a virtud de arreglos directos, adquiriese la República de Chile dominio y soberanía permanente sobre los territorios de Tacna y Arica, se obliga a transferirlos a la República de Bolivia, en la misma forma y con la misma extensión que los adquiera, sin perjuicio de lo establecido en el articulo II.

La República de Bolivia abonará como indemnización por dicha transferencia de territorio, la suma de cinco millones de pesos de plata, de 25 gramos de peso y 9 décimos fino, quedando especialmente afecto para responder a este pago el 40 por ciento del rendimiento bruto de la Aduana de Arica.

II - Si se verifica la cesión contemplada en el artículo precedente. es entendido que la República de Chile avanzaría su frontera norte de Camarones a la quebrada de Vítor, desde el mar hasta tocar con el limite que actualmente separa esa región de la República de Bolivia,

lll - A fin de realizar el propósito enunciado en los artículos anteriores, el Gobierno de Chile se compromete a empanar todos sus esfuerzas, ya sea separada o conjuntamente con Bolivia, para obtener en propiedad definitiva los territorios de Tacna y Arica. 
 IV - Si la República de Chile no pudiese obtener en el plebiscito, o por arreglos directos, la soberanía definitiva de la zona en que se hallan las ciudades de Tacna y Arica, se compromete a ceder a Bolivia la caleta de Vítor hasta la quebrada de (el rio) Camarones u otra análoga y además la suma de cinco millones de pesos de plata, de 25 gramos de peso y 9 décimos fino.

El plebiscito nunca se efectuó, hasta la fecha Bolivia aguarda la soberanía de la caleta Vítor u de otra análoga
 

Vll - Este Tratado que se firmará al mismo tiempo que los de Paz y Comercio, ajustados entre las mismas Repúblicas, se mantendrá en reserva, y no podrá publicarse sino mediante acuerdo entre las Altas Partes Contratantes.                                              Vlll - Las ratificaciones de este Tratado serán canjeadas dentro del plazo de seis meses y el canje tendrá lugar en la ciudad de Santiago.

En fe de lo cual, el señor Ministro de Relaciones Exteriores de Chile y el señor Enviado Extraordinario de Bolivia firman y sellan, con su respectivo sello, por duplicado el presente tratado especial en la ciudad de Santiago, a los dieciocho días del mes de Mayo de mil ochocientos noventa y cinco.

(L.S.) Luis Barros Borgoño.
(L.S.) Heriberto Gutiérrez.







Pese a que en apariencia los pactos de mayo eran favorables a las pretensiones bolivianas, encontraron vehemente oposición en Sucre, particularmente sobre la cesión permanente del litoral a cambio de la hipotética entrega de regiones y territorios sobre los cuales Chile no poseía soberanía plena.                                                                             
Resultaba obvio que en Bolivia se censuraba el hecho de que Santiago abordara en convenciones separadas una materia de naturaleza indivisible (la cesión perpetua de la provincia de Antofagasta y el territorio autónomo por el cual se canjearía).  La contradicción era irrebatible, mientras por el primer protocolo Chile ganaba para la eternidad una región perteneciente a Bolivia antes de la guerra, en el segundo sólo le cedía un territorio costero a título precario. No habiendo sido ratificado el tratado por Bolivia, las cancillerías comprometidas intentaron salvarlo en diciembre de 1895 mediante un protocolo adicional que establecía un plazo dos años a la obligación asumida por Chile de conceder a su contraparte un puerto soberano a Bolivia, firmado por el ministro chileno en Bolivia Juan G. Matta y el canciller boliviano, Emeterio Cano.

De no cumplirse aquella cláusula en el plazo estipulado, quedaría sin efecto (art. 2) la cesión del litoral a Chile convenida en el tratado de Transferencia.                                  

Por otro lado, el articulo cuarto dejaba firme que si Chile no consiguiera obtener el puerto y los territorios comprometidos comprometidos  "y llegase el caso de cumplir las otras previsiones del Pacto, entregando Vítor u otra caleta análoga, no se dará por llenada dicha obligación de parte de Chile, sino cuando entregue un puerto y zona que satisfagan ampliamente las necesidades presentes y futuras del comercio e industrias de Bolivia" (Téllez, 1988: 151; Barros Borgoño, 1918: 180-184)  


Aquellos meses en los que correspondió la suscripción de un protocolo adicional aclaratorio del 30 de abril de 1896, donde Chile reafirmaba su compromiso a cumplir con la cesión territorial, pero con la condición de que Bolivia ratificara los Protocolos de Crédito y Aclaratorio, ambos, algo de vital importancia para comprender el desenlace de esta negociación.



Los acuerdos tenían aires de ser prontamente ratificados, cuando sucedió lo imprevisible; el representante chileno Juan Gonzalo Matta que intentó salvar los tres acuerdos de mayo firmando un nuevo protocolo en La Paz el 9 de diciembre, murió asesinado a tiros en la Plaza de Armas de Sucre, el 13 de agosto de 1896. Se conoce que su ataque fue resultado de los celos de un adinerado e influyente hombre de la ciudad, José Cuéllar, obcecado por la amistad que le profesaba el diplomático a su mujer, Dolores.  Si bien no falleció en el ataque, las perturbaciones provocada por la tuberculosis que padecía propiciaron su muerte. El proceso judicial contra el asesino fue largo y tortuoso, incluyendo alegaciones de demencia y un incendio, que consumió el archivo del tribunal y la interrupción del caso. Sus restos fueron trasladados a Chile posteriormente, en medio de grandes sentimientos de pesar, tanto en Bolivia, donde había dejado entrañables amigos, como en Chile. Los diarios chilenos de la época relataron que el ataque ocurrió en la Plaza de Armas de la ciudad, una tarde de domingo, en medio de la retreta.








Protocolo del 9 de diciembre de 1895

Reunidos en el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Excmo. Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República de Chile, don Juan G. Malta, y el Ministro de Relaciones Exteriores y de Culto, doctor don Emeterio Cano, plenamente autorizados por sus respectivos Gobiernos y con el propósito de Fijar los alcances y obligaciones consignadas en los Tratados de 18 de Mayo del presente año y Protocolo complementario del 28 del mismo mes acordaron:

1°.- Que ambas Partes Contratantes hacen de los Tratados de Paz y de Transferencia de territorios un todo indivisible y de estipulaciones recíprocas e integrantes las unas de las otras.
  
2°.- Que la cesión definitiva del litoral de Bolivia a favor de Chile quedaría sin efecto si Chile no entregase a Bolivia, dentro de un término de dos años el puerto en la costa del Pacífico, de que habla el Tratado de Transferencia.

3°.- Que el Gobierno de Chile queda obligado a emplear todo recurso legal dentro del Pacto de Ancón, o por negociación directa, para adquirir el puerto y territorios de Arica y Tacna, con el propósito ineludible de entregarlos a Bolivia en la extensión que determina el pacto de Transferencia. 



Hasta la fecha Bolivia aguarda la soberanía de la caleta Vítor u de otra análoga



4°.- Que si a pesar de todo empeño de su parte, no pudiera Chile obtener dicho puerto y territorios, y llegase el caso de cumplir las otras previsiones del Pacto, entregando Vítor u otra caleta análoga, no se dará por llenada dicha obligación de parte de Chile, sino cuando entregue un puerto y zona que satisfagan ampliamente las necesidades presentes y futuras del comercio e industrias de Bolivia,
 
5°.- Que Bolivia no reconoce créditos ni responsabilidades do ninguna clase provenientes de los territorios que transfiere a Chile.

De perfecto acuerdo sobre los puntos enunciados, suscribieron y sellaron este Protocolo en doble ejemplar, en Sucre, a 9 de Diciembre de 1895.

(Fdo.) Juan Gonzalo Matta
(Fdo.) Emeterio Cano


Este Protocolo que fue suscrito el 9 de diciembre de 1895, no fue aprobado por el Congreso chileno.

En marzo y abril de 1895 se intensificaron las negociaciones; el ministro de relaciones exteriores de Chile Luís Barros Borgoño entrega a fines de abril al ministro plenipotenciario de Bolivia Heriberto Gutiérrez, las bases escritas de los Tratados; a fines de abril éste envía a Bolivia copias de los proyectos, con una nota que dice "Entiendo que nuestro objeto queda satisfecho con el compromiso absoluto y terminante que Chile contrae, de reconocer a Bolivia un puerto en el Pacífico, sin dependencia de condición alguna".  (Alberto Crespo Gutiérrez)

Es vital también tomar en cuenta la suscripción de un Protocolo más, el 30 de abril de 1896.  En este Protocolo, Chile introdujo el compromiso que la falta de aprobación de algunos de los Acuerdos, anulaba la totalidad de todos. Este Protocolo constituyó la estocada final para el fracaso de los Tratados de 1895. Tal como el Perú lo denunciara desde 1894, Chile no sólo transgredió el Tratado de Ancón de 1883 al apropiarse indebidamente de una porción muy importante de la provincia de Tarata y otra más pequeña de la provincia de Chucuito, en Puno; sino que, además, hizo todo lo posible para frustrar o postergar la realización del plebiscito en las provincias cautivas de Tacna y Arica, viciando automáticamente el artículo 3ro. del Tratado de Ancón y, por ende, cualquier derecho o título de índole documental o jurídico para seguir ocupando esas provincias.



Protocolo Complementario del 30 de abril de 1896

Reunidos en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile el Ministro del Ramo señor Adolfo Guerrero y el Enviado Extraordinario de Bolivia, señor Heriberto Gutiérrez, después de tomar en consideración las dificultades que han surgido para proceder al canje de las ratificaciones de los Tratados y Protocolos complementarios suscritos, respectivamente, en esta capital el 18 y 28 de Mayo de 1895 por los señores Ministros de Relaciones Exteriores don Luis Barros Borgoña, y Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Bolivia, don Heriberto Gutiérrez, por cuanto aún no ha sido aprobado por el Congreso de Bolivia, el Protocolo de 28 de Mayo sobre liquidación de créditos, ni ha sido tampoco aprobado por el Gobierno y el Congreso de Chile el Protocolo ajustado en Sucre a 9 de Diciembre de 1895, entre el señor Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, don Emeterio Cano, y el señor Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Chile ante aquel Gobierno, don Juan G. Matta y animados del deseo de hacer desaparecer aquellas dificultades y de establecer acuerdo respecto de uno y otro punto, han convenido en lo siguiente:

1° - El Gobierno de Chile, aprueba, por su parte, el Protocolo de 9 de Diciembre de 1895, que ratifica su compromiso principal de transferir a Bolivia los territorios de Tacna y Arica, y cuya cláusula la con relación al articulo 4° del Tratado de Transferencia del 18 de Mayo, estatuye la entrega de Vítor u otra caleta análoga en condiciones de puerto suficientes para satisfacer las necesidades del comercio, es decir con fondeaderos para naves mercantes, con terrenos donde pueda construirse muelle y edificios fiscales y con capacidad para establecer una población fiscal y económica del país. 

Hasta la fecha Bolivia aguarda la soberanía de la caleta Vítor u de otra análoga

4° - Se procederá a canjear en esta capital las ratificaciones da los convenios de 28 de Mayo de 1895 sobre liquidación da créditos, y de 9 de Diciembre del mismo año sobre transferencia de territorio con la aclaración contenida en el presente arreglo, dentro del término de los sesenta días siguientes a la aprobación por el Congreso de Chile de estos últimos protocolos.
En fe de lo cual, se firmó el presente Protocolo en doble ejemplar, en Santiago, a los 30 días del mes de Abril de 1896.

(Fdo.) Adolfo Guerrero
(Fdo.) Heriberto Gutiérrez



El optimismo perduró hasta los mes de noviembre y diciembre de 1897,  los pactos firmados que consideraron además otros papeles referidos a créditos y entendimientos financieros complementarios.  El entusiasmo se debilitó en los primeros meses de 1898 hasta hacer fracasar los acuerdos logrados por una poco esperada postura del parlamento boliviano al generar este una sugerencia (incomprensible para los lectores actuales), quien hizo saber a la Moneda que correspondía al poder legislativo boliviano pronunciarse sobre si el puerto y territorios a ofertar por Chile reunían las condiciones establecidas en las convenciones firmadas.

Por otra parte, Lima ya estaba al tanto de estas conversaciones, y el Presidente del Perú don Nicolás de Piérola y su Canciller Ortiz de Zeballos se precipitaron comprensiblemente a la propuesta al ver peligrar sus expectativas de recuperación para Perú de Tacna y Arica, por lo que ordenaron con urgencia a su representante en Chile, Melitón Porras, presentarse en la Cancillería de Chile el 10 de julio para asegurar que Perú jamás aceptaría ceder esos territorios a Bolivia, aunque estuviesen bajo dominio chileno.

El desplante no fue suficiente, y las esperanzas chilenas de salvar el protocolo continuaron al frente.“Un mes después se presentan indicios de que el Ministro de Relaciones Exteriores Emeterio Cano, desea mayores compromisos sobre la transferencia de Tacna y Arica a Bolivia”.


En fecha 29 de mayo escribe al representante de Bolivia en Santiago:
  "Aquí parece acentuarse cierta hostilidad nacida indudablemente de la falta de conocimiento exacto del texto de los Tratados, y que lo que está fuera de toda duda y se manifiesta con carácter general, es el propósito de rechazar toda solución que no se cimiente en la seguridad amplia e inmediata de que los territorios de Tacna y Arica pasarán a nuestro dominio, en compensación del Litoral ocupado



Los acuerdos infelizmente naufragaron, los políticos bolivianos extraviaron el rumbo de las conquistas alcanzadas con los tratados de 1895 y el liberalismo imperante impuso su doctrina “paz sin puertos” anteponiendo sus beneficios personales y de clase hasta firmar el desafortunado tratado de 1904.

Los liberales como siempre a lo largo de la historia, aceptaron compensaciones en infraestructura y moneda dura pero no una salida portuaria soberana. De esta manera, la mediterraneidad boliviana a juicio de  estos nefastos dirigentes políticos se superaría mediante la puesta en marcha de las vías ferroviarias, la inversión y las mas practicas y amplias facilidades comerciales y de mercado.

El Congreso de Chile nunca consideró el Protocolo de 09 de diciembre de 1895 y menos el de 30 de abril de 1896, estos quedaron para el olvido junto a los Tratados.


Chile se comprometió a entregar salida al mar en Tacna y/o Arica con soberanía.

En Bolivia… seguimos esperando que cumpla su palabra