jueves, 17 de febrero de 2022

DIEGO RIVERA EN BOLIVIA


 

 

“Con su cabeza asiática, sobre la que nace un pelo oscuro, tan delgado y fino que parece flotar en el aire, Diego es un niño grandote, de cara amable y mirada triste. Sus ojos saltones, oscuros y grandes están detenidos, casi fuera de las órbitas, por párpados hinchados y protuberantes como de batracio, de espacios y de multitudes”                        
Así describía al maestro mexicano del muralismo Diego Rivera su esposa Frida Khalo en 1949.
En 1953, a los 67 años, a invitación personal de Pablo Neruda, Rivera asistió al congreso continental de cultura en Santiago de Chile. El congreso que reunió una gran cantidad de pensadores de América, sesionó en el teatro municipal de Santiago con la presencia de Gabriela Mistral, Volodia Teitelboim, Salvador Allende, Nicanor Parra, los colombianos Baldomero Sanin Cano, Luis Vidales y Luis Castro Saavedra, el costarricense Joaquín García Monje, el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, los brasileños Jorge Amado, Vinicious de Moraes y contó con las adhesiones, entre muchas, de Oscar Neimayer, Miguel Ángel Asturias y de Augusto “el chueco” Céspedes de Bolivia, quienes firmaron la convocatoria. La izquierda latinoamericana de esa época, estalinista, critica y antidogmática celebró una asamblea memorable. "La revolución es como el vino, no se hace con una mano, sino con muchas” (Pablo Neruda)
El gobierno chileno de Carlos Ibáñez del Campo inquieto por la presencia de las numerosas personalidades en su territorio demoró el permiso de entrada de la figura soviética Ilya Eherenbur y clausuró durante diez días el diario “El Siglo” que ofrecía cobertura diaria del evento. (Jaime Castillo Velasco - Cuadernos - 1953) (El Siglo – Santiago - 17 MAY 1953)
De cientos de invitaciones enviadas por los organizadores, el único intelectual boliviano presente fue José Antonio Arze Arze que presentó una ponencia publica.

En Santiago, la embajada de Bolivia, le entregó al pintor una invitación del entonces presidente Paz Estenssoro para que pueda conocer los murales de Miguel Alandia Pantoja y con la intención de declaralo huésped de honor. La instructiva salió del despacho del ministro de relaciones exteriores Walter Guevara Arze. El embajador boliviano Luis Rau Bravo, desconcertado por las iniciales negativas encomendó al ministro consejero Adalberto Alipaz y a su segundo secretario (adjunto civil en estos días) Moisés Alcazar Iturri, gestionaran la convocatoria al muralista. Pese que a los diplomáticos bolivianos les hicieron saber del limitado interés de Rivera, la convocatoria finalmente fue aceptada a petición de José Antonio Arze.  
La magnitud de las reformas sociales de la revolución nacional boliviana, notables para la época, indujeron al mexicano a sumarse a la convocatoria.
Rivera, que se hospedó en la casa de Pablo Neruda en Santiago, entró en contacto con la periodista argentina Raquel Tibol, cuyo nombre de pila era Raquel Rabinovich, quien terminó por ser una de las más importantes críticas e historiadoras del arte mexicano del siglo XX. El pintor cuando aceptó hacer el viaje le dijo “que nos acompañe también esta mujercita” (Alejando Ipiña – FronteraD –Ago2013) 

El viaje fue accidentado, al avión (Havilland Dove CLX) de Lan Chile, se le apagó un motor y aterrizaron con dificultad, pero el incidente no pasó a mayores. 
Hospedados en el hotel Sucre, acudieron a la cita en el palacio de gobierno.
Al llegar les fue enseñado el mural “Historia de la Mina” de Miguel Alandia Pantoja edificado en las escalinatas del palacio. (René Barrientos lo destruyó después del golpe de Estado del 4 de noviembre de 1964, en un acto de estupidez y brutalidad sin ejemplo - Carlos Salazar Mostajo - La pintura contemporánea en Bolivia - París - 1986)      
Sus palabras fueron concluyentes: “Es formidable” (Fernando Calderón - La luminosidad de los márgenes: Estética y política en el 52 – Temas Sociales - La Paz 2003) “Sorprende su grandilocuencia, esa expresión trágica cargada de elementos grotescos, chillantes, descomunales”. (Diego Rojas – Infobae – Nov2019)
“Conocimos el mural de Alandia Pantoja en el palacio quemado, pero no nos recibió el presidente Paz Estenssoro, se escondió de Diego”. (Raquel Tibol – citada por Alejandro Ipiña – FronteraD – Ago2013)

Miguel Alandia Pantoja fue el único artista de la región que expuso sus obras en el Palacio de Bellas Artes de México, por invitación del gobierno mexicano y del propio Diego Rivera en 1957. (Pagina Siete – Mar2007) En esa oportunidad, el muralista mexicano en presencia de Alandia Pantoja expresó: “Este artista ha sabido tomar de Orozco, de Siqueiros y de mí lo mejor, su obra es un claro ejemplo de que nuestro movimiento ha trascendido hasta convertirse en el instrumento de los creadores que producen junto a su pueblo” (Victor Montoya – Las pinturas rebeldes de un muralista latinoamericano - Revista Almiar - 2007) 

Durante su estadía, realizó un viaje en tren a las ruinas de Tiwanaku y participó junto a Javier Galindo Cueto, años después secretario de la sociedad boliviana de sociología, en una reunión de pintores bolivianos en la casa de María Luisa Pacheco. Sobre su obra expresó: “Esta es la más grande pintora que he visto ahora”           
(Un Rivera y la Revolución de 1952 - R. Matthew Gildner - La Época - Set2012) 
Sus impresiones a la prensa boliviana en esos días fueron: “Sinceramente los envidio. Ustedes han nacionalizado el cien por ciento de su riqueza mineral. Nosotros (México) apenas hemos nacionalizado el cinco por ciento. Un gran ejemplo. Estoy orgulloso como americano”. Si me hubiese sido posible escoger un lugar de mi nacimiento, hubiese sido Bolivia. Lo más indio del continente”. 
“Es falsa aquella teoría de que se debe reincorporar al indio a la vida civilizada, es al mestizo y al blanco al que hay que incorporar al indio. Sólo se puede hacer nacionalidad cuando se actúa con la raíz propia de los pueblos que, en América, es el indio” (Diego Rivera habló de la lucha de nuestros pueblos - El Diario - 21 de Mayo 1953)

El gobierno boliviano invitó a Rivera a visitar a los obreros de las minas. Nos organizaron una comida con obreros en la mina de estaño más importante del mundo. Para llegar hasta allí, el tren atravesaba el desierto de Catavi, un desierto de piedra rosa que es una maravilla, circula a 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, no íbamos preparados para el frío mortal que caía en la noche. Llegamos a la mina y nos ofrecieron una recepción con meseros de guante blanco y obreros amarillistas domesticados ligados al gerente, que era un gringo. Diego nunca pudo reunirse con los mineros”.  
(Raquel Tibol - Alejando Ipiña - FronteraD - 2013)

De nuevo en la ciudad de La Paz, el 20 de mayo de 1953, en el paraninfo de la universidad mayor de San Andrés, la sociedad boliviana de sociología le otorgó el “Diploma de miembro de honor, por sus eminentes servicios desde el campo de la pintura y la literatura, a la interpretación sociológica del alma indoamericana", con la firma de José Antonio Arze, como presidente y de Humberto Vázquez Machicado, como secretario. “En Santiago, todos los círculos le rindieron los homenajes merecidos a su genio y a sus amigos nos complació mucho que a Bolivia lo hubiese invitado como huésped de honor nuestro gobierno nacional y le hubiese dado la oportunidad de hablar a los maestros, bajo el auspicio oficial del Ministerio de Educación. Por fallas probablemente burocráticas, cuando se lo llevó a Catavi no se le dio la oportunidad de ver a los obreros en el trabajo que realizan en las minas ahora nacionalizadas, pero confiamos en que se le dispensará acogida mejor organizada cuando retorne aquí - como lo ha prometido al ministro de asuntos campesinos Dr. Ñuflo de Chávez - para pintar un gran mural con ocasión del III congreso indigenista interamericano que debe celebrarse en 1954 en La Paz”   (José Antonio Arze, Discurso Pronunciado, presentado ante el público de La Paz al pintor mexicano Diego Rivera, La Paz - Ediciones Roalva - 1981)
En el paraninfo de la UMSA, ante una multitud, Rivera volvió a hablar de Alandia Pantoja y éste pareció escurrirse de timidez. (Erick Ortega - La Razón - 9 Mar 2020)   
En esa ocasión, a mano alzada, efectuó el autorretrato que ilustra esta columna. (Archivo histórico de La Paz, sociedad boliviana de sociología - Caja 4 - Carpeta 4) 

Diego Rivera nunca mas volvió a Bolivia ni para el congreso indigenista celebrado en agosto de 1954 como anunció el entonces ministro de Ñuflo de Chávez. El mexicano falleció en noviembre de 1957.
“Sus hombros infantiles, angostos y redondos, terminan en unas manos maravillosas, pequeñas y de fino dibujo, sensibles y sutiles como antenas que comunican con el universo entero. Es asombroso que esas manos hayan servido para pintar tanto y trabajen infatigablemente”  (Frida Khalo – 1949)