lunes, 18 de noviembre de 2019

A GOLPE DE GARROTE




Desde que tengo memoria el garrote  ha sido el método más atroz para controlar y sofocar los desacuerdos ideológicos y  políticos en Bolivia. Los amigos no tan jóvenes reconocerán conmigo que por muchos años hemos sido escarmentados personal, grupal o familiarmente por la cachiporra.
De la mano del garrote se impuso la “Revolución Nacional” más próxima a la sangría que a la emancipación, los pactos militares campesinos, la masacre de San Juan. El martirio de los compatriotas cristianos que  cavaron sus propias tumbas en Teoponte, antes de morir famélicos e inmolados, el asesinato de Alfredo Alexander y el de Jaime Otero Calderon (en su propia imprenta “Artística” por órdenes del régimen de Alfredo Ovando) 
Como en un jardín florido por unos meses,  J.J. Torrez instauró la asamblea del pueblo y sus resueltos intentos libertarios derrotando al suplicio de la estaca. El viejo resabio liberal y el “Pacto de Lima” pertrecharon nuevamente la ponzoña para sosiego de los poderosos.
El garrote se vistió de prisión, exilio y muerte en el monstruoso régimen totalitario de Banzer y su “Plan Cóndor” 14 mil ciudadanos detenidos, seis mil exiliados y centenas de desaparecidos penando junto a los pobladores inmolados en la masacre del valle alto de Cochabamba.

Los generales, cachiporra en mano, se turnaron el poder por largos y penosos años. Luctuosas matanzas en el día de todos los santos, los narco regímenes mancillaron de sangre las familias bolivianas. La resistencia ideológica en ruinas subsistió con fragilidad para continuar el sueño de una Bolivia posible. Los gobiernos civiles y democráticos disimularon la porra de intimidación y de ultimátum. La tolerancia ideológica,  política y religiosa fue amenazada con saña.
En el ultimo decenio la embestida del garrote fue una noche larga y feroz,  judicial y despiadada, dos tercios mediante, sin disimulo. Bolivia vivió la deshonra más grave de su historia diplomática contemporánea en La Haya sin que nadie señale aun, algún responsable hasta la fecha.  En boca de un “único elegido” se envenenaron las palabras dirigidas al conjunto de ciudadanos de la mitad de la nación: "Enemigos: de la vida, del proceso, del pueblo, racistas, separatistas, golpistas, antipatrias”, "perros falderos del imperialismo. El 21F es un tri silabo: Bolivia dijo No”.
¿La otra mitad?  transita con el chip de “pobres, indigenas, liberadores, hijos de la Pachamama, interculturales, cocaleros, nacidos de la cultura del diálogo y la concertación”

La inhabilitación del binomio presidencial por el referéndum fue lapidaria, pero la cachiporra una vez más impuso sus reglas a pesar de los pesares. Ciega, sorda y muda. Luego de la elección, las 23 horas de oscuridad del TREP germinaron un mar de dudas. fraude a la vista. De nuevo el uso descarado de los antiguos códigos autocráticos. La respuesta del bando oficial fue testamentaria: “La historia, la verdad se impondrán en su momento y la propia población lo valorará”
El garrote, calzado de azul, proclamó a diestra y siniestra el triunfo fraudulento de sus candidatos vitalicios, sin ningún tipo de reclamo. El peso del mazo fue capaz de engendrar un lagrimón de la máxima autoridad electoral, “he sido prisionera de desiciones impuestas” asegurara luego. Desde la banda de los cuatro, nadie habla proclamado una farsa con tanta convicción. El informe preliminar de la misión de la OEA, les dio el último codazo. Los villanos de turno exclamaron “Bolivia será un Vietnam”. La predicción está por consumarse de la mano del ex presidente (BBC - CNN)

En medio de ese escenario una generación de jóvenes hiper conectados, diversos y dispersos, sin mucho cimiento académico pero con gran civismo salieron a las calles. Cansados de no ser atendidos, abandonaron su individualismo y su vulnerabilidad y se convirtieron en activistas militantes de las calles. La protesta fue festiva, sus vítores y consignas se “viralizaron” en un abucheo estridente. La “pitita”,  tejida con cientos de hebras de cientos de colores, impuso un estilo de reclamo inigualable, “meme” y “selfie” incluido. Desde 1920, los más jóvenes nunca han dejado de movilizarse en Bolivia en defensa de la democracia. En todos los tiempos fueron artífices de las grandes victorias del pueblo boliviano, pero es la primera vez que un grupo atrevido y locuaz somete a una autocracia tan profana, a todo pulmón. Hay que inclinarse con gratitud por su coraje y determinación, pasarán a la historia de la nación, honor y victoria para ellos.
Los cívicos regionales envalentonados por ese ensueño de emancipación pretendieron ser paladines de la democracia, rebelión. El garrote aspiraba a cambiar de mano, nublando la legitimidad de la multitud. Tan despelotada fue la gestión de las asambleas, desde el cristal del derecho, que ningún miembro del SIFDE (Art. 37 y 38 de la ley electoral 026 vigente) fue citado a ningún cabildo ni asamblea y no existe informe público del poder electoral, lo que los sitúa en riesgo de negligencia si alguien decide narrarlo y sacar cuentas, arrogancia y torpeza innecesaria  de sus conductores. El péndulo de la porra cambió  de bando. Disconformes con el totalitarismo y patrocinados por el  informe de la OEA, un  grupo de ciudadanos tomaron la posta con la misma perversidad justiciera que sus adversarios, iniciaron saqueos, incendios y asaltos. Antorcha en mano, seis tribunales electorales fueron quemados en dos días, alcaldías y gobernaciones arrasadas, tomaron prisioneros a los funcionarios y sus familiares en “prenda” y sin fianza. Carbonizaron y saquearon los domicilio (el del propio presidente del estado y el de su hermana de acuerdo a su propia version televisada) vejaron a los administrativos y se adueñaron del yugo de la estaca. 21 días de estancamiento de un país, todavía intensamente herido. En las calles el garrote adquirió el antifaz de las emociones populares y la protesta dejo de ser festiva para convertirse en sangrienta.

Las lealtades de Morales se le escurrieron como agua entre los dedos. En esas horas, como en casi toda la historia, los trajes camuflados aplicaron su mandato. El garrote ahora estaba de nuevo en su poder, los inquietos señores del tiempo le jugaron al ex mandatario una celada de la que no pudo escabullirse.  Tan seguro estuvo del usufructo de la porra y por tantos años, que sus cómputos le fueron engañosos, su renuncia pública y su destino final: El exilio dorado. Pronto fuera de México, un México que caprichosamente lo ha vestido de oropeles desoyendo el derecho internacional.

En una deshabitada sesión congresal sin quorum, (“La instalación de una sesión del pleno camaral deberá contar con la asistencia de por lo menos dos miembros de la Directiva, uno de los cuales deberá ser secretaria o secretario” -  Art. 76 - Reglamento General cámara de senadores - por citar una de cien erratas procedimentales) que ni siquiera permitió la lectura de las notas de renuncia de los funcionarios que dimitieron a sus cargos, ni el uso de la palabra a ningún asambleísta, el garrote impuso su verdadera vocación por el poder. 
Nadie reclama el uso legítimo del artículo 186 de la CPE, el vacío de poder ni  la necesidad perentoria de formar gobierno. El meollo del enredo es como fue aplicado y si esa exigencia fue legítima. En un frenético analfabetismo institucional, con la ausencia absoluta de las autoridades de los poderes constituidos, flanqueada por el desplante de los cívicos, probablemente sin un signo prudente de vigencia, delante de ningún poder constitucional, se declaró a sí misma: Presidente del estado. Es la primera vez en la reciente historia democrática de la nación que un uniformado entroniza la asunción de un jefe de estado, con los símbolos presidenciales (la medalla y la banda) a un civil. Irresistible argumento para narrar un golpe de estado.
Si alguien tiene otro relato, sería maravilloso difundirlo en la prensa internacional contestataria.

Los honestos reclamos del movimiento ciudadano cayeron en saco roto.  Sin una asamblea parlamentaria debidamente instalada, es imposible modificar (por el conducto regular) a conformación de un nuevo poder electoral. 90 días son una fracción de segundo para conformar un gobierno de transición que pretenda instalar primero sus propias visiones ideológicas o diplomáticas de la realidad. A una administración del estado tan privada de oxígeno y de tiempo solo le alcanza el intervalo para iniciar intensas y sensatas negociaciones parlamentarias para conformar un nuevo poder electoral, anular las elecciones últimas, la dichosa sentencia constitucional que habilitó a Morales por los siglos de los siglos y llamar a nuevos comicios generales.
Para nada más. Lo demás es innecesario o superfluo.
El decreto previo (28228) del gobierno del presidente Rodriguez Veltze, tan inusual en la historia de la gobernabilidad podría ser una salida excepcional a ser usada, sin embargo la materia en cuestión es averiguar ¿Qué poder electoral las administraría?  ¿Qué mecanismo instituido revocaría las elecciones generales previas, viciadas de nulidad?. Taréas hasta donde todos sabemos son competencia del legislativo. “Los  acuerdos de 2005 fueron posibles con renunciamientos de diversos actores por el bien mayor: celebrar elecciones generales y preservar la democracia". (Eduardo Rodriguez Velze - 2019)

Después del chaparrón, los tentáculos del garrote volvieron a herir la concordia. ¡El poder nos pertenece, inmovilizaremos la nación! Favorecidas por fondos públicos de partidas olvidadas, y con el auxilio de los fondos de origen dudoso en las zonas productoras de coca, se lanzaron a bloquear los puntos cardinales a los que pudiera estrangular. La venganza replicó la barbarie previa de los opositores. Cerco, saqueo y destrucción, diente por diente, casa por casa. La defensa del proceso es la meta, patria o muerte. A bloquear cuanto camino quede libre, incluido el electoral, como en los viejos tiempos. Santo y seña: Ahora si. Guerra Civil,  el cerco de Tupak Katari.
Las órdenes publicas y televisadas vienen del “jefazo. (Léase el articulo 6 del Estatuto de Nurembeg)

La idea de un  “gobierno transitorio” de 90 días de duración parece no calzar la compresión de los inmovilizadores habituados a facturar una áspera gestión de 14 años.
Bolivia está cuesta arriba. Un gobierno transitorio lleno de descuidos procedimentales que pueden observarse como inciertos desde el ángulo de su autenticidad y la resistencia intercultural, alteña y cocalera, la han puesto en jaque. Las sombrías sociedades monetarias de los disidentes con el poder  están al filo de quebrarse. Defenderán con sangre su causa, en el engranaje del parlamento o en la calle. Lo que funcione. Patria o muerte. “La vida no vale nada, si no es para perecer, comienza siempre llorando y así llorando se acaba” (P. Milanes) (P. Infante)
Sus defensores dirán: Los caídos murieron con un himno en la garganta.
¿Y El voto? el único instrumento valido de la tolerancia ahi anda, bien, gracias.
 
El garrote danza, zapatea y se estremece, coquetea con las partes, se ofrece, delibera.
Negocia con el mejor postor, como en toda la historia de Bolivia. 
La patria mis amigos, esta a punto de morir de pena.