martes, 18 de octubre de 2016

La Muerte Lenta en Venezuela



              Lo conocí en un congreso de endocrinología hace algún tiempo atras. Urbano Baduy (nombre modificado) venezolano de cepa. Guapo y canchero, emprendedor, entusiasta, cariñoso y botarate. Siempre alegre, risueño y jaranero, alérgico a las intrigas y al llunkerio. Un señorón. 
Urbano es de los buenos, bien formado, serio, competente. Discípulo del Prof. Olerlas Andrain, hasta hace poco jefe de catedra en la Clínica Médica en el Hospital los Andes y del hospital Jose Maria Vargas en en municipio caraqueño del Libertador. Con gran cantidad de amigos y profesores en los hospitales y cátedras en Miami, Bogota, Lima y Buenos Aires.
La ultima vez que estuve en su casa de 4 habitaciones, en Cumbres de Curumo (hoy valuada en 3.500 millones de Bolivares que en papel moneda deben ser como 5 camiones llenos de billetes) repartió comida y bebida entre sus invitados a manos llenas, como la ambrosía y el néctar.
A Urbano le va bien, tiene su consultorio en La Floresta y una cantidad significativa de pacientes ansiosos de escuchar su opinión y su cordura. A lo largo de mucho tiempo intercambiamos apuntes llenos de afecto y “comadreo”.
Su calvario empezó hacen muchos años cuando le secuestraron al hijo mayor, un “chamo” que terminó odontología y que fue cercado por 3 motociclistas en plena vía publica a mano armada. El hecho fue grabado por una cámara de seguridad de la autopista regional del Centro de Caracas y ningún esfuerzo ni económico, ni político, ni jurídico pudo evitar su desaparición sin dejar huella. Se lo llevaron hasta el día de hoy y el motivo de su ausencia continua siendo inexplicable.

Golpeado, pero entero, Baduy siguió como todos. Lo torturaba su estilo de vida, andar en vehículo blindado, la familia con guarda espaldas, las interminables rejas en su consultorio, la guardia que pasaba y repasaba alrededor de su casa. El dolor de haber perdido a su hijo mayor. Solía tener 2 o 3 muchachos a los que les pagaba para comprar - por el asunto de las “captahuellas” - los famosos “Productos regulados” cosas tan básicas como champu para el cabello o agua mineral y así guardar una “caleta basica decente” (reserva).
Amigo forzoso de los “bachaqueros” (contrabando hormiga) que traían productos desde Colombia o desde otras áreas de Venezuela cobrando 5 veces mas su valor. Permaneció por años atento a los colegas cercanos que le anunciaban su visita a Caracas, rogándoles llenar sus valijas de pañales, jabón, cera de piso, paracetamol, ibuprofeno, cefalexina o 500 tabletas de hormona tiroidéa para sus propios pacientes y a los que vinieren de Estados Unidos, una latas de Frescolita una gaseosa que sabe a chicle que fue el icono de las bebidas en Venezuela y que disfrutaba en su jardín mientras se fumaba un cigarrillo.
Urbano siguió comunicándose con todos sus amigos en America latina a lo largo de todos estos años, con optimismo pero al mismo tiempo con gran desanimo. Nunca escribió una letra del ambiente político o ideológico en Venezuela. Solía decir que los pueblos tienen los gobernantes que merecen.
Hacen unos meses su esposa fue diagnosticada de un Melanoma (un cáncer de piel especialmente maligno, ocasionado sobre todo por los rayos solares) producto de su larga afición al sol de las playas venezolanas

El estadio inicial fue II - El tumor no afectaba los ganglios linfáticos. La cirugía sería suficiente. Los resultados de patología fueron sorpresivos. Era posible que la enfermedad afectara a los ganglios linfáticos y que hubieran tumores satélites alrededor de la lesión. Necesitaba una Tomografía PET. El equipo del Sótano 3 del hospital de clínicas de Caracas no funcionaba, el diagnostico en en el área privada fue abrumador: Estadio IV, múltiple difusión a otros órganos.
Les recomendaron interferon - alfa - inexistente por años en Venezuela - y algo de Quimioterapia con Temozolomida y Camustina. Los medicamentos no solo no se podían comprar en Caracas ni en toda Venezuela, sino que hacen muchos años que eran inexistentes, desde que murió Hugo Chavez (en sus palabras textuales)
Algún amigo desde Bogota llevo consigo un inicio de tratamiento, unos cuantos miles de dólares. Urbano tuvo que vender el carro de la señora para pagarle, pese a que el colega le concendió un porcentaje. Desde toda América latina le enviamos interferon alfa, pero no fue suficiente. Los hechos de lo sucedido son desgarradores, la inexistencia de medicamentos en su país es asombrosa, su sobrecogedora bitácora diaria describió hasta ayer como a pesar de su penosa mejoría, su querida esposa se marchitaba lentamente como una vela cerca del viento. Todos los esfuerzos de amigos, colegas, docentes, compañeros, camaradas y conocidos no fueron suficientes

Hace pocas horas nos comunicó su fallecimiento porque en el intento desesperado de administrarle interferon (gamma) que encontraron en drogas previamente mezcladas con Meglumine - ya vencidas - (usadas para el tratamiento de la leshmaniasis americana) desarrolló un cuadro cardiaco (fácilmente manejable en cualquier parte de Sur America) con inversión de onda T, bradicardia y arritmia seguida de su fallecimiento.
En su correo de agradecimiento dirigido a mas de 100 colegas el Prof. Baduy expresó hoy: Siempre deseé morir antes que ella . En realidad te pido unas muy sinceras disculpas por esto. Gracias por tanto cariño”. “El Señor nos lo dio, el Señor nos lo quitó, bendito sea el nombre del Señor”.
Urbano