La embajada de Bolivia tiene una historia, poco conocida. Por allá pasaron desde el aristocrático Alcides Arguedas quien a falta de una residencia se hospedara por mas de un año en el Hotel Pacifico en Bogotá, con el poeta colombiano Guillermo Valencia Castillo y que escribiera al irse: Ansiosos se abren los ojos para contemplar por última vez este paisaje de la sabana bogotana, que se aleja al paso del tren” (La danza de la sombras – 1934) hasta la presidenta en funciones en esa fecha Lidia Gueiler Tejada quien mas tarde gestionara mediante la mediación colombiana el “Abrazo de la OEA” entre los cancilleres Ortiz Mercado de Bolivia y Miguel Schweitzer de Chile, que a la letra dice “Los pueblos boliviano y chileno, orientados a una normalidad de sus relaciones…. incluyen en especial una fórmula que haga posible dar a Bolivia una salida soberana al océano Pacífico, sobre bases que consulten las recíprocas conveniencias, los derechos e intereses de las partes involucradas” (OEA , 1983) y algunos eventos mas.
Colombia generosamente, por mas de una vez, ha procurado mediar en el asunto marítimo boliviano con Chile.
Reinaldo del Carpio Jáuregui, (con i latina como el renombrado embajador boliviano Armando Loaiza Mariaca, ya desaparecido) había ingresado a la diplomacia nacional en 1942 a los 20 años, ejerciendo de ayudante de protocolo de Federico Nielsen Reyes al que guardo veneración y respeto. Nadie sabía entonces que Nielsen (muy cercano a los “capos” de la droga) vendió en 1971 el consulado de Bolivia en Frankfurt al dueño de una zapatería, con la condición que le compre un caballo (Peter MacFarren - El agente del diablo, 2013)
No tenia ni un año de encargado de negocios en Colombia. Abogado, paceño y stronguista, casado con Doña Rosa Paz, el “bebe” como le solían decir en el colegio San Calixto, ya tenia experiencia. Había participado por Bolivia en el Tratado de prohibición de armas nucleares en América Latina en México en 1967, fue condecorado con la “Orden del Sol“ en Lima en el grado de Gran Cruz en 1971 y hasta donde la memoria se pierde, ejerció años luego, como Director general de política económica y ceremonial del estado del Ministerio de Relaciones Exteriores boliviano
El 27 de Febrero de 1980, bien trajeado, concurrió por invitación a la embajada de la República Dominicana en Bogotá. Se ofrecía una recepción social para conmemorar la fiesta nacional. Sorpresivamente las 12:10 del mediodía, un comando guerrillero del M- 19, de 12 miembros, inició la toma por asalto del inmueble. Supo después que al lado del domicilio y en un terreno de la Universidad Nacional 15 comandos (del M19) que jugaban distendidamente al futbol, fueron los asaltantes. Ninguno de ellos (excepto el comandante uno) sabían ni del lugar ni del objeto de la misión. Al ingresar y a balazos lanzaron su amenaza: "Mataremos a dos de los rehenes cada 10 minutos...", afirmó el comandante uno (Rosemberg Pabón) vestido de saco y corbata. El embajador boliviano acostumbrado al ruido de los disparos reflexiono: Esos no parecen cohetillos, fue el ultimo diplomático en enterarse del secuestro y el primero en saber de la liberación de los rehenes. La embajada que alguna vez fue residencia del general colombiano Gustavo Rojas, en la carrera 30 y calle 47 en Bogotá, estaba repleta de diplomáticos. Embajadores de Austria, de Brasil, de Costa Rica, de la República Dominicana, de Egipto, de El Salvador, de Haití, de Israel, de México, de Suiza, de Estados Unidos, de Uruguay, de Venezuela, y del nuncio apostólico del Papa.
El terror se apoderó de lugar, el comando del M19 dispuso que los embajadores actuaran como escudos humanos en las ventanas, a del Carpio le tocó una vidriera lateral hacia la cancha de futbol. Sus exigencias: Liberación de las cárceles a 314 prisioneros políticos que habían sido arrestados por las autoridades colombianas en el transcurrir del conflicto armado y 50 millones de dólares. La operación fue bautizada “Libertad y Democracia” ¿Será en serio, se pregunto?... Fue el ultimo diplomático en enterarse del secuestro y el primero en saber de la liberación de los rehenes. En 61 días que duró la toma, nunca estableció buenas relaciones sociales con los secuestradores y a pesar de eso fue 3 veces testigo y mediador (el ultimo) por parte de los rehenes en las negociaciones (24 en total) que se celebraron, por desconfianza de los captores, en una camioneta cerrada de color amarillo, en la puerta de la embajada, sin puertas traseras, como en una galería, para que los observadores detrás, pudieran curiosear el dialogo. (Darío Navarro, Bogotá, 2017)
61 días, 54 rehenes. Entre el 28 de febrero y el 27 de abril, 7 embajadores fueron liberados. Todos vivieron un calvario, una agonía mental causada por la irracionalidad de vivir sin emitir palabra la perversidad del que consideraban malo y la aparente indiferencia del bueno. El Embajador de Uruguay escapó el 17 de marzo saltando temerariamente por una ventana y corriendo hacia las tropas del ejército que habían acordonado el lugar. Finalmente la opción militar de rescate armado fue descartada por el gobierno colombiano.
La moral de este clase de agrupaciones depende en buena parte de la contienda de las fuerzas en juego. Ambos grupos protagonistas sufrieron una serie de altibajos emocionales que sin duda se transfieren de captores a rehenes y a la inversa. Parco y discreto, poco amigo de las bromas, del Carpio, fue calificado en la aventura como “el peor cocinero del mundo, pero el mejor limpia pisos”. “Mientras que en algunas fechas simbólicas, los captores y sus rehenes bebían y hasta bailaban juntos en “Villa Chiva” como le nombro la prensa al lugar, Reinaldo del Carpio permaneció siempre ajeno a los festejos “ (La toma de la embajada - Rene Pérez, 2015) “Yo no creía lógico extremar la intimidad entre prisioneros y carceleros” (Luis Ramiro Beltrán, Revista Semana, 9 de Mayo 1980)
El presidente Fidel Castro ofreció intermediar personalmente, la negociación consistiría en enviar tanto a rehenes como a guerrilleros en un avión a La Habana. Una vez allí, los diplomáticos serian puestos en libertad y sus captores recibirían 50 millones de dólares y asilo diplomático en Cuba. Una Comisión de funcionarios diplomáticos de países que tenían rehenes en la embajada fue le enlace externo. La Comisión, a partir del 22 de abril visitó en muchas oportunidades el lugar. Sostuvieron sucesivos diálogos con los integrantes del comando guerrillero. En total se llevaron a cabo 24 asambleas entre los representantes del gobierno y los delegados del M-19. El embajador de Israel Eliahv Brak, se ocupó de prevenir a cada uno de los secuestradores que si los rehenes no salían con vida, su gobierno los perseguiría y ejecutaría como ratas por el mundo y su participación casi secreta en la negociación fue clave para la liberación (Terror en la embajada - Diego Ascencio - embajador de EE.UU. Rehén, 1983 )
Una de las secuestradoras, empecinada con el embajador boliviano, escribiría luego: “Leíamos literatura que nos prestaban los embajadores, pero también hubo tiempo para la nostalgia, al fin y al cabo, si sobrevivíamos, nada volvería a ser igual. Habíamos quemado las naves. En ese paréntesis entre vida y muerte cada día era único. El peligro asechaba desde los cuatro costados. Como en un juego de dados la suerte bailaba sobre el borde del cubo y prolongaba la espera para quienes estábamos sentados a la mesa, de manera voluntaria o involuntaria.”(María Eugenia Vásquez – “Emilia” – Escrito para no morir - 2010)
La cancillería Bolivia era un alboroto. Tan escasa y poco provista era la embajada boliviana –casi como lo es hoy- que a sugerencia del gobierno colombiano, el entonces embajador boliviano en el Perú Walter Montenegro (celebre periodista, abogado, corresponsal de “Life en español” narrador y ensayista boliviano) tuvo que viajar desde Lima para hacer las gestiones, hablar directamente con del Carpio e interceder por su liberación “Su venida y sus palabras me alentaron mucho porque me hicieron sentir que el gobierno boliviano estaba preocupado por mi situación” (Luis Ramiro Beltrán, Revista Semana, 9 de Mayo 1980)
Finalmente en la madrugada del 25 de Abril de 1980, autobuses de la cruz roja colombiana transportaron a los secuestradores y a 17 embajadores hasta el aeropuerto internacional “El Dorado” donde un avión esperaba en la pista. Un II62M de “Cubana de Aviación”, el mismo que años mas tarde, sin permiso de vuelo - transportando al embajador de Cuba en Argentina, viajando en “clase tropical” - al negarse a tomar tierra fue obligado a aterrizar en Brasilia en la primera misión de los aviones Mirage brasileros, durante la guerra de las Malvinas (Fernando Ravelo Renedo - La revolución cubana en América - 2014)
En el trayecto al aeropuerto, la bucólica “Emilia” (María Eugenia Vasquez) necia y obstinadamente y apoyando una granada de guerra en la nuca del embajador boliviano le advertía: Mira Bolivianito, si fastidias cambiaremos tu huesos por los del che Guevara, actitud a la que tuvo que renunciar apenas ingresaron al avión. Dentro, un total de 70 funcionarios cubanos esperaban al inusual pasaje. Todas las armas fueron confiscadas y procedieron a examinar a todos los pasajeros entrantes minuciosamente, moros y cristianos, husmeando cada detalle inusual. (Luis Ramiro Beltrán, Revista Semana, Ultima Hora, 9 de Mayo 1980) A las 4 horas la comitiva tocaba tierra en La Habana. Una muchedumbre de reporteros los esperaban en el aterrizaje. Recibido por el subdirector de protocolo de la cancillería cubana, el único testimonio del embajador boliviano que se conserva es el de la AP un video (sin audio - Miller Pineda – Bogotá) en el que expresaba: “Manifestar en todo momento mi agradecimiento al gobierno cubano por la ‘humanitaria y efectiva’ actuación de Cuba en el asunto, contrastándola con la poca preocupación demostrada por el gobierno colombiano” (Texto - Fidel Castro - La paz en Colombia - 2008)
Ninguno de los 314 presos exigidos fue liberado en Colombia y el comando del M19 obtuvo solo un millón de dólares, sin duda de origen israelí. Todos los diplomáticos arribaron vivos y libres. Al llegar a Bolivia después de el episodio, el canciller Julio Garrett Ayllón le sugirió: Reinaldito: volvete nomas a Colombia, a lo que del Carpio replico: No tengo ninguna razón para contradecirlo señor.
A la casita (en estos días) de aspecto de chalet suizo con la whipala delante de la tricolor boliviana en la carrera 10 de Bogotá, en Santa Bárbara, casi un anexo - garaje del edifico Rotterdam, la embajada de Bolivia en Colombia, donde curiosa y aplicadamente por acción de “rayo evonizador ¿o será “evolizador”? zum - zum, se celebra cada 22 de Enero de todos los años, con la presencia de las autoridades colombianas, cuerpo diplomático, invitados especiales y residentes bolivianos, y con “etiqueta azul“, el aniversario de la “creación” del estado boliviano.