Aún puedo escuchar la historia de la segunda generación de Gesta Barbara de los labios de los patriarcas Julio de la Vega, Armando Soriano Badani y Jacobo Liberman. En ese entones, muy joven, tuve el honor de facilitarles la “sala de música” de la inmensa casona materna en “El Prado” que les servia de locutorio, para que elaboraran junto a Mariano Baptista Gumucio y mi padre (todos académicos de la lengua) largas y bulliciosas grabaciones repletas de humor y sabiduría, a veces con la presencia de Luis Palacios, como un prolegómeno de “Confidencias” que aun se produce en radio. Horas de cintas magnetofónicas (infelizmente extraviadas) llenas de agudeza donde los protagonistas rebosantes de socarronería hacían imitaciones de Marcelo Quiroga Santa Cruz, Lidia Gueiler Tejada, Julio Borelli Viterito, Victor Paz Estenssoro, Walter Guevara Arce y de Jaime Paz Zamora entre otros tantos pintorescos personajes de la época, con textos dignos de Rene Zabaleta Mercado o de Mario Miranda Pacheco (ambos miembros de Gesta Barbara)
De la Vega, Mario Miranda y Soriano, auspiciados por el entonces vicepresidente Enrique Baldivieso Aparicio (German Busch era presidente) con un estipendio de 80 dólares al mes por cabeza (de la actual fundación) del Banco Central, recorrieron Paris, Roma, Madrid, Milan, Florencia y Venecia con un jubilo y una pasión inigualables. Cuando Baldivieso renunció a su cargo (Busch de declaró dictador en 1939), los fondos no llegaron y “Sagitario”, Mario Guzman Aspiazu, (hombre de Gesta Barbara al que nunca conocí pero leí con fascinación) tituló su columna “Panorama Móvil” en “Ultima Hora ” “Los poetas bolivianos se mueren de hambre”, los fondos fueron restituidos hasta cumplir 3 años.
El viernes 7 de diciembre de 1944 en el segundo piso de la biblioteca municipal Andrés de Santa Cruz, en la plaza del estudiante de La Paz, Gustavo Medinaceli, Beatriz Schulze, Valentín Abecia Baldivieso, Santiago Schulze, Federico G. Varela, José Federico Delós (Sarjam. No os queremos aquí, ir a hundiros en el cero mismo de la nada, abajo, más abajo, no los queremos aquí, ¡Sarjam carajo!” en cuanto a los militares de cualquier época)
Fausto Aoiz Vilaseca (Ensordecido por la vida. ¡Que calamidad! Enorme maestro tallador del altar del Señor del Gran Poder) Óscar González Alfaro. Héctor Burgoa y Alfredo Loaiza Ossio (quien exhibió sus cuadros con gesta barbara a los 16 años, retratando a la mujer potosina) firmaron el acta de fundación de la segunda generación del movimiento. A ellos se sumaron un grupo muy selecto de intelectuales.
Fausto Aoiz Vilaseca (Ensordecido por la vida. ¡Que calamidad! Enorme maestro tallador del altar del Señor del Gran Poder) Óscar González Alfaro. Héctor Burgoa y Alfredo Loaiza Ossio (quien exhibió sus cuadros con gesta barbara a los 16 años, retratando a la mujer potosina) firmaron el acta de fundación de la segunda generación del movimiento. A ellos se sumaron un grupo muy selecto de intelectuales.
Tuve el privilegio de conocer algunos, los mas legendarios tal vez. Julio de la Vega, Armando Soriano Badani, Valentin Abecia Baldivieso (quien me narro durante toda mi niñez, con puntos y comas la historia del parlamento boliviano) Mario Miranda Pacheco, al que tuve el honor de tratar y admirar largamente muchos años después, de visita en Bolivia y cuyo hondo e inagotable pensamiento y obra es comparable a del mismo Zabaleta, quien ingresó a Gesta en Oruro en 1953 junto a Jorge Calvimontes (Fuego Vivo - Jaime Zabaleta Meneces - 2004) a Jacobo Liberman (el mayor erudito sobre Simon Bolivar en la nación) a Alberto Guerra Gutierrez (el maestro minero orureño de barba y cabellera blanca al que escuche decir “Mi casa tiene ojos claros como el alba, y una rosa enamorada atisbando por rendijas de su puerta que es mi propio corazón hecho de maderas dulces y de esperanza”) a Alcira Cardona y a Mario Rolón Anaya (al que disfruté largamente)
Tengo el placer también de contar recientemente con la amistad de Don Antonio Terán Cabero al que respeto profundamente “El Soldado Terán” (El mote de soldado le cayo porque porque mientras se adscribía a Gesta Barbara, le toco el servicio militar, y tenia que asistir a los recitales de informe y con el apodo se quedó toda la familia, hasta sus nietos) Funcionario publico retirado, premio nacional de Poesía a los 72 años. “En la juventud uno tiene la obligación de estar enamorado, de un octogenario se escapan las musas” “No se piensa en el verano cuando cae la nieve”. “Yo cumplo años cada 48 meses, porque nací el 28 de Febrero y a pesar de eso tengo 85 años", que vive en Cochabamba y que al recibir mis primeras notas me escribiera “¿Doctorcito, yo no se para que escribes? los analfabetos funcionales no leen sino las cifras de sus cuentas bancarias.”
Y a los que nunca conocí, Jaime Canelas, Héctor Cossío Salinas (“Compadéceme, amor, que no soy dueño de mi propia existencia en la terrible serenidad de tu postrer olvido”) Gonzalo Vásquez. Carlos Mendizábal, Ramiro Bedregal, Oscar Arze Quintanilla (condecorado por Mexico) Hugo Molina Viaña, Jorge Suarez, (El otro gallo) María Quiroga Vargas.
Héctor “Coco” Cossío, (“¿Dónde está la sustancia verdadera que hizo del trigo pan; del amor, beso, de los sedientos labios, embeleso, y del sueño una eterna primavera?”) Edmundo Camargo, (“Léense los campanarios foscos y los días en los que definitivamente seremos tan solo imágenes, en su memoria temblorosa”). Gonzalo Vásquez Méndez (“Este país tan solo en su agonía, tan desnudo en su altura, tan sufrido en su sueño, doliéndole el pasado en cada herida”) Oscar Alfaro (el poeta de los niños) Armando Alba Zambrana, (quien recuperó y restauró la Casa de la Moneda) Jaime Canelas López (“Cuando el viento repique sus bronces de aguacero, mi humedad dará un lirio por los brazos de mi cuerpo”) Gonzalo Vásquez, Carlos Mendizábal y Ramiro Bedregal que fueron los seguidores.
Héctor “Coco” Cossío, (“¿Dónde está la sustancia verdadera que hizo del trigo pan; del amor, beso, de los sedientos labios, embeleso, y del sueño una eterna primavera?”) Edmundo Camargo, (“Léense los campanarios foscos y los días en los que definitivamente seremos tan solo imágenes, en su memoria temblorosa”). Gonzalo Vásquez Méndez (“Este país tan solo en su agonía, tan desnudo en su altura, tan sufrido en su sueño, doliéndole el pasado en cada herida”) Oscar Alfaro (el poeta de los niños) Armando Alba Zambrana, (quien recuperó y restauró la Casa de la Moneda) Jaime Canelas López (“Cuando el viento repique sus bronces de aguacero, mi humedad dará un lirio por los brazos de mi cuerpo”) Gonzalo Vásquez, Carlos Mendizábal y Ramiro Bedregal que fueron los seguidores.
Y me tocó a mi leer la obra de todos, bajo “amenaza de libro armado”, en volúmenes únicos que aun conservo con fervor.
“Se trataba de una troup combativa, exigente en su escritura. En medio de sus afinidades ideológicas manifestaban una identidad propia en su trabajo literario. En ellos se expresaba una pasión sincera por el acontecer histórico del país, y un sentimiento de justicia social extendido a parte de su obra poética. Persecución, cárceles y exilio fueron parte de su condición creativa”. (Edwin Guzman - Septiembre - 2015) “Gesta Bárbara sigue siendo, como fue en su origen, la trinchera de combate. Con la pluma como arma también se puede ser un luchador. Rebeldes, iconoclastas y subversivos” (Demetrio Reynolds - Noviembre 2017)
Un gran numero de ellos cochabambinos simpatizantes o miembros activos de la “Revolución Nacional” aunque aquellos ideológicamente incompatibles fueron respetados a rajatabla. “Todos éramos absolutamente libres, tanto que si bien algunos teníamos nuestras inclinaciones izquierdistas, habían otros con inclinaciones opuestas, pero todos éramos respetados, éramos igual queridos”, apunta Armando Soriano Badani. (Ivonne Juarez Zeballos. Noviembre, 2014) “Lo de Gesta fue realmente un movimiento literario importante y además nos divertíamos mucho, éramos unos poetas hualaychos. El jefe, Gustavo Medinaceli, descubrió en su casa revistas de Gesta Bárbara de 1918, la primera generacion, donde habían poemas y eso lo llevó a fundar nuestra Gesta Bárbara que nació en La Paz en 1944” (Julio de la Vega - Liliana Castillo - Noviembre del 2005 - La Razón) “Era un ritmo artístico aburrido. Por eso, nos propusimos hacer temblar aquel medio pacato” relató Valentin Abecia (Javier Badani - 2004)
Entre tanta anécdota y cuento supe que se reunían en un café que ya no existe en “El Prado” de La Paz, el "Domec" y que desde sus mesas colindantes con la acera de la calle, estos bárbaros encorbatados como para ir a un festejo, galanteaban a las jóvenes damas que transitaban por el lugar “Serás mía o de nadie. Mi amor es como un barco que ancla en cada puerto” susurraba, Abecia. ¿Qué sabes tú mujer... qué sabes del amor a manos llenas? murmuraba De la Vega. Luego del Domec salían en tropel a la calle Aspiazu esquina Ecuador, donde cuentan se servia el mejor singani de Cinti de la ciudad. “El Singapur".
Que un buen día se hizo pública la noticia de que Julio de la Vega se había suicidado y que sus restos se velaban en la academia de Bellas Artes. Las muestras de condolencias expresadas por las numerosas ofrendas fúnebres atiborraron la sala, repleta de gente. De pronto, De la Vega se alzó del ataúd, y se puso a leer un largo y lagrimoso poema en honor a una novia que acababa de desdeñarlo. La dama, presente, sufrió un colapso nervioso de magnitud y el velorio terminó en el hospital.
Que una tarde surgió el chisme de que Jacobo Liberman se había comprometido con la hija de un coronel. Cuando el padre de la novia se enteró exclamó: “¿Este judío se va a casar con mi hija? Antes yo lo mato a balazos, carajo”. El ultimátum provocó que los poetas “bárbaros” se pertrecharan con piedras y palos como en una movilización de cocaleros y se dirigieran a la casa del militar dispuestos a romperle los vidrios de las ventanas, vociferando: ¡Viva Liberman! ¡Muera el coronel!
Que un buen día se hizo pública la noticia de que Julio de la Vega se había suicidado y que sus restos se velaban en la academia de Bellas Artes. Las muestras de condolencias expresadas por las numerosas ofrendas fúnebres atiborraron la sala, repleta de gente. De pronto, De la Vega se alzó del ataúd, y se puso a leer un largo y lagrimoso poema en honor a una novia que acababa de desdeñarlo. La dama, presente, sufrió un colapso nervioso de magnitud y el velorio terminó en el hospital.
Que una tarde surgió el chisme de que Jacobo Liberman se había comprometido con la hija de un coronel. Cuando el padre de la novia se enteró exclamó: “¿Este judío se va a casar con mi hija? Antes yo lo mato a balazos, carajo”. El ultimátum provocó que los poetas “bárbaros” se pertrecharan con piedras y palos como en una movilización de cocaleros y se dirigieran a la casa del militar dispuestos a romperle los vidrios de las ventanas, vociferando: ¡Viva Liberman! ¡Muera el coronel!
Que Gustavo Medinaceli Gutierrez, el mas “bárbaro” de todos, irrumpía en los recitales desde cualquier parte del auditorio, menos desde el proscenio y que para continuar la obra en curso empezaba con otro texto que nada tenía que ver con el anterior” Armando Soriano Badani (Librería Boliviana - Enero del 2017) . Que en otra ocasión el mismo Medinaceli se pego un disparo en una de las manos para que su madre lo hospitalizara en una clínica que estaba cerca de la casa de su enamorada, así con su cabestrillo, poder salir todas las mañanas a verla. Atesoro su libro “Cuando su voz me dolía” publicado en 1957 antes de su trágica muerte el 6 de Mayo. Se quito la vida a los 34 años.
Conservo los ejemplares subrayados por Armando Soriano de su "Antología del cuento Boliviano", género en el que es verdadero maestro y que tenia que leer por las tardes, después de las 4, en la sala de espera de sus oficinas, en la calle Loayza “Estudio Jurídico Soriano” (porque el horario no me permitía asistir a sus clases magistrales en la UMSA y aun no se había publicado) y quien a la primera pregunta replicara festivamente: “Hijito tienes que leer a Nicolas Fernandez Naranjo y sus géneros literarios".
Don Armando ha publicado en honor al amor de sus amores, su esposa fallecida, su libro Numero 31, un sobrecogedor volumen que a pesar de que el autor cumpliera 94 años, cala hondo en el alma de sus lectores. De él escribiera Liberman "Soriano, por favor, y no digo nada original, no está para otoños, él es un poeta condenado a escribir un siglo de poesía y su lugar en la lírica boliviana se encumbra a la altura de esta tierra”. (Ivonne Juarez Zeballos - Noviembre del 2014 - Pagina Siete)
Y a pesar de las publicaciones de prensa que aseguran que Armando Soriano Badani es el último sobreviviente, “El ultimo caballero, “El ultimo vate” “El ultimo corsario de gesta Barbara” (Ignacio Vera Rada - Abril del 2017- El Diario) (Ivonne Juarez Zeballos - Liberia Boliviana Enero del 2017) (Gabriela Orozco Ruiz - Junio 2018 - Pagina Siete) vive también el poeta Antonio Terán Cabero. Ambos símbolos vivientes de una portentosa era llena de notables y prominentes ciudadanos y ciudadanas. Soriano y Terán, los últimos hidalgos, la sal y la pimienta, la dama y el vagabundo. Patriarcas vivos de esta Bolivia tan ingrata.
Genios absolutos, gente entrañable de extraordinario peso intelectual. Sin duda la reserva moral de la nación. Ningunos tri-silabos contemporáneos.
Nadie sabe cuando nacen los poetas de esta magnitud. Sólo sabemos que cada cien años, un día de esos, la vida nos da la gracia de encontrarlos, de sentirlos, de apreciarlos. Ambos son un milagro viviente, leerlos es una obligación ineludible. No hay otro camino para rozar, o al menos escudriñar el centro vivo de su misterio. Bolivia esta en deuda con ellos