Conocí al padre
Gramunt en la casa de mi abuela materna. Ese
generoso caserón en “pleno prado” de la ciudad donde había espacio para diez familias llenas
de vástagos, primos, sobrinos, y cuanto familiar y amigo se arrimara.
El padre, aun
vestido de cura, casulla, sotana negra y alzacuellos cleriman solía desayunar junto
con otros clérigos jesuitas y mariknoles en la casa de un hermano de mi madre el
Dr. Hernán Mahicado Pabón, un sabio lleno de
mansedumbre que ejercía la abogacía de día y fabricaba calefones eléctricos por las noches.
Allá se reunían
los curitas encabezados por Gramunt, Juan Quiros, Lorenzo Catalá cuando llegaba
de Sucre, Juan Jose Coy, Jose Maria Lop que fungía en secreta complicidad con
Hernan Machicado de “técnicos de emisión”
de radio Fides, José Marco y otros cuyos apellidos anglos no llego a recordar
El padre era de
un porte y de un apetito considerable y era dueño de un vozarrón y una erudición que pocas veces vi en la
vida. Escucharlo era un bullicio para el
espíritu. Católico tradicionalista, hijo y nieto de tarragonenses, franquista arrepentido,
monarquista acérrimo, fue amigo de la familia por muchísimos años, casi hasta cuando
mi madre (la tía Elena) decidió mudarse luego de casi un siglo de la casa.
De vez en
cuando lo veía y saludaba respetuosamente en las “flaviadas” ese maravilloso
invento de Don Flavio Machicado que
acaba de cumplir cien años de difusión de la música selecta del que el padre
Gramunt era asiduo En esa época los
niños éramos de yeso, uno no se podía
mover ni menos aun hacer uso de la palabra a riesgo de ser expulsados en menos
de un minuto. Así lo recuerda mi primo
Carlos Contreras Machicado en una sentida crónica de ayer en su homenaje.
Con la
adolescencia, me distancié del padre por
la inexplicable rivalidad de la familia paterna atrincherada en “El
Diario” decano de la prensa nacional en el que yo mismo escribo 50 años mas tarde, y el presbítero Juan Quiros quien dirigía
“Presencia Literaria” por casi 25 años. Un antagonismo irreconciliable que solo
termino con la muerte de los protagonistas, mi abuelo Moisés Alcázar Iturri y
Monseñor Juan Quiros Garcia aun en la
academia de la lengua. La maravillosa obra de Quiros en “Prisma y Signo” que
conservaba cuidadosamente y sin decirle a nadie el abuelo Alcázar, aun se
puede disfrutar en la interminable biblioteca familiar rescatada tras su desaparición,
de la casa de mi viejo.
Jovenzuelo aun,
pasé a formar parte del personal de radio Fides como locutor musical siguiendo
la huella de José “Chingo” Baldivia cuyo
programa “tengo un disco en mis manos” fue el primero en salir al aire
“pinchando” música nuevaolera casi 30 años antes.
A los ojos del padre esta recua de jovenzuelos bisoños y mal olientes era prácticamente inexistente. El sacerdote Eduardo Perez Iribarne era el director y el padre Gramunt trabajaba en los altos de la emisora en la niña de sus ojos: Agencia de Noticias Fides.
Un percance imprevisto me hizo visible y cercano al padre. En esa época nadie escribía libretos, excepto para el noticiero que me toco leer por años enteros, cuando los locutores oficiales Pedro “Salo”(el apodo lo puso el padre Gramunt) Sauma y Luis Palacios Saavedra (el "Pato", gracias a quién me afilié a Fides entonces) estuvieran ausentes, inmediatamente luego del cual salía al aire su columna radiofónica “Es o no es verdad” previamente grabada. Gramunt tenia un libreto que corregía incansablemente antes de leerlo en la grabación y emitirlo al éter, y un operador de consola lo esperaba para grabarlo día antes, indefectiblemente.
A los ojos del padre esta recua de jovenzuelos bisoños y mal olientes era prácticamente inexistente. El sacerdote Eduardo Perez Iribarne era el director y el padre Gramunt trabajaba en los altos de la emisora en la niña de sus ojos: Agencia de Noticias Fides.
Un percance imprevisto me hizo visible y cercano al padre. En esa época nadie escribía libretos, excepto para el noticiero que me toco leer por años enteros, cuando los locutores oficiales Pedro “Salo”(el apodo lo puso el padre Gramunt) Sauma y Luis Palacios Saavedra (el "Pato", gracias a quién me afilié a Fides entonces) estuvieran ausentes, inmediatamente luego del cual salía al aire su columna radiofónica “Es o no es verdad” previamente grabada. Gramunt tenia un libreto que corregía incansablemente antes de leerlo en la grabación y emitirlo al éter, y un operador de consola lo esperaba para grabarlo día antes, indefectiblemente.
Un buen día el
operador (Benito Gonzales si no me equivoco) enfermó y por ordenes de la
dirección tuve la suerte de fungir de “su” operador de grabación. Solo Dios sabe que viejo compañerismo se
filtró entre nosotros. Debió ser de hacen muchas vidas porque el padre que ya
era una enorme figura del periodismo boliviano se apiadó de mi alma y con
gran ternura y paciencia me disciplinaba en las artes literarias y los de la enorme consola de
grabación de entonces. Y con el tiempo no solo se apegó a mi compañía sino que
la solicitaba previamente y con antelación. Por muchos meses fui su operador de
consola y su observador y oyente. Algo estremecedor porque yo ni siquiera
era un estudiante de comunicación. ¡Estudiaba Medicina¡
Sus
discípulos mas cercanos fueron Hernán Maldonado, Francisco Roque
Bacarreza, Carlos Ossio, Ana María Campero, Juan Carlos Salazar, José Luis
Alcázar y Enrique Eduardo Zalles entre otros, la mayor parte de ellos entonces ya
ausentes y consagrados en el periodismo mundial en agencias como AP, UPI, AFP,
DPA, IPS y EFE, para quienes nosotros,
los imberbes mozalbetes de Fides, simplemente nunca existimos. Y menos aun para
los periodistas de entonces Sara Monroy, Zulema Alanes, Amalia Pando, Iván Canelas, Jorge Rene
“Minili” Ordoñez, Julieta Vitza Tovar, Cristina Corrales, Jorge Torrico, qué nos miraban como monolitos pedruscos extraviados en la frondosidad de la radio.
Supe de los labios pacientes del padre que su primer
deseo fue ser notario como su padre, su libro (que nunca pude conseguir) “Un notario
bibliófilo y otras historias catalanas” así lo testimonia. Que llego a Bolivia
a radio “Loyola” de Sucre y que luego de ser director de Fides por muchos años fundó
en 1963 la ANF. Que con dineros que vinieron de su herencia materna modernizó
la agencia con teletipos, fax y otras herramientas que en esa época era
verdaderos tesoros haciendo de ANF un ícono a ser estudiado a nivel mundial. Su
paso por radio Vaticana. Hasta pude ver a vuelo de pájaro algunas de sus
bellas acuarelas.
Luego de mi paso por Fides acampé unos años en Radio
“Cristal” que tenia una FM poderosa y estéreo, una rareza en esa época. Ahí
conocí trate y admire hasta la obsesión
a Don Lorenzo Carri, que nunca fue cercano al padre Gramunt. jamás entendí
porque, fueron increíblemente parecidos, dignos de la mas alta admiración y
respeto.
Con los años y el perfeccionamiento profesional perdí el
rasto del padre Gramunt. Apenas fui usuario de Facebook le solicité amistad,
solicitud que nunca respondió, imagino al haber olvidado a su “operador”, hasta que probablemente llegara a sus manos mi
crónica “ Hija del Fotógrafo de Hitler mata a Cónsul boliviano por amor” publicada
en varios medios el 2015.
Donde menciono su participación en la aventura del
guerrillero “Inti” Peredo en la casa de la familia de Monika Ertl
en la plaza Adela Zamudio.
Entonces discretamente aceptó mi amistad en las redes
sociales y fuimos de nuevo compañeros de consola hasta su muerte estos días. El
siempre hablando y yo siempre escuchando respetuosamente. Tenía un sentido del análisis de la realidad tan
brillante como su talento. Dueño de un sentido crítico
excepcional. Su palabra favorita era “recular” y la aplicó en su vida misma.
¿Cómo te enteras tu de esas cosas, matasanos”?, celebro tu
afán de escribir tan bien el idioma castellano, me escribiera en letra Arial
No. 20.
Cuando resulta difícil encontrar luces en un oficio en
constante transformación, al que acechan hoy tantos peligros en e mundo, el
padre Gramunt tenía el camino claro y se lo iluminó a Bolivia, al periodismo
boliviano, a la agencia de Noticias Fides y sus discípulos.
A ello dedicó su vida. Un ejemplo de dignidad. Descanse en
paz, honor al maestro y precursor de tantas generaciones.