domingo, 26 de agosto de 2018

Jose Gramunt de Moragas




Conocí al padre Gramunt en la casa de mi abuela materna. Ese  generoso caserón en “pleno prado” de la ciudad  donde había espacio para diez familias llenas de vástagos, primos, sobrinos, y cuanto familiar y amigo se arrimara.
El padre, aun vestido de cura, casulla, sotana negra y alzacuellos cleriman solía desayunar junto con otros clérigos jesuitas y mariknoles en la casa de un hermano de mi madre el Dr. Hernán Mahicado Pabón, un sabio lleno de  mansedumbre que ejercía la abogacía de día y fabricaba  calefones eléctricos por las noches.
Allá se reunían los curitas encabezados por Gramunt, Juan Quiros, Lorenzo Catalá cuando llegaba de Sucre, Juan Jose Coy, Jose Maria Lop que fungía en secreta complicidad con Hernan Machicado de “técnicos de  emisión” de radio Fides, José Marco y otros cuyos apellidos anglos no llego a recordar

El padre era de un porte y de un apetito considerable y era dueño de un vozarrón y  una erudición que pocas veces vi en la vida.  Escucharlo era un bullicio para el espíritu. Católico tradicionalista, hijo y nieto de tarragonenses, franquista arrepentido, monarquista acérrimo, fue amigo de la familia por muchísimos años, casi hasta  cuando  mi madre (la tía Elena) decidió mudarse luego de casi un siglo de la casa.
De vez en cuando lo veía y saludaba respetuosamente en las “flaviadas” ese maravilloso invento  de Don Flavio Machicado que acaba de cumplir cien años de difusión de la música selecta del que el padre Gramunt era asiduo  En esa época los niños éramos de yeso,  uno no se podía mover ni menos aun hacer uso de la palabra a riesgo de ser expulsados en menos de un minuto.  Así lo recuerda mi primo Carlos Contreras Machicado en una sentida crónica de ayer en su homenaje.

Con la adolescencia,  me distancié del padre por la inexplicable rivalidad de la familia paterna atrincherada en “El Diario”  decano de la prensa nacional en el que yo mismo escribo 50 años mas tarde, y el presbítero Juan Quiros quien dirigía “Presencia Literaria” por casi 25 años.  Un antagonismo irreconciliable que solo termino con la muerte de los protagonistas, mi abuelo Moisés Alcázar Iturri y Monseñor Juan Quiros Garcia aun en la academia de la lengua. La maravillosa obra de Quiros en “Prisma y Signo” que conservaba cuidadosamente y sin decirle a nadie el abuelo Alcázar, aun se puede disfrutar en la interminable biblioteca familiar rescatada tras su desaparición, de la casa de mi viejo.

Jovenzuelo aun, pasé a formar parte del personal de radio Fides como locutor musical siguiendo la huella de José “Chingo” Baldivia  cuyo programa “tengo un disco en mis manos” fue el primero en salir al aire “pinchando” música nuevaolera casi 30 años antes. 
A los ojos del padre esta recua de jovenzuelos bisoños y mal olientes era prácticamente inexistente. El sacerdote Eduardo Perez Iribarne era el director y el padre Gramunt trabajaba en los altos de la emisora en la niña de sus ojos: Agencia de Noticias Fides.   
Un percance imprevisto me hizo visible y cercano al padre. En esa época nadie escribía libretos, excepto para el noticiero que me toco leer por años enteros, cuando los locutores oficiales Pedro “Salo”(el apodo lo puso el padre Gramunt) Sauma y Luis Palacios Saavedra (el "Pato", gracias a quién me afilié a Fides entonces) estuvieran ausentes, inmediatamente luego del cual salía al aire su columna radiofónica “Es o no es verdad” previamente grabada. Gramunt tenia un libreto que corregía incansablemente antes de leerlo en la grabación y emitirlo al éter, y un operador de consola lo esperaba para grabarlo día antes, indefectiblemente.   
Un buen día el operador (Benito Gonzales si no me equivoco) enfermó y por ordenes de la dirección tuve la suerte de fungir de “su” operador de grabación.  Solo Dios sabe que viejo compañerismo se filtró entre nosotros. Debió ser de hacen muchas vidas porque el padre que ya era una enorme figura del periodismo boliviano se apiadó de mi alma y con gran ternura y paciencia me disciplinaba en las artes literarias y los de la enorme consola de grabación de entonces. Y con el tiempo no solo se apegó a mi compañía sino que la solicitaba previamente y con antelación. Por muchos meses fui su operador de consola y su observador y oyente. Algo estremecedor porque yo ni siquiera era un estudiante de comunicación. ¡Estudiaba Medicina¡
Sus discípulos mas cercanos fueron Hernán Maldonado, Francisco Roque Bacarreza, Carlos Ossio, Ana María Campero, Juan Carlos Salazar, José Luis Alcázar y Enrique Eduardo Zalles entre otros, la mayor parte de ellos entonces ya ausentes y consagrados en el periodismo mundial en agencias como AP, UPI, AFP, DPA, IPS y EFE,  para quienes nosotros, los imberbes mozalbetes de Fides, simplemente nunca existimos. Y menos aun para los periodistas de entonces Sara Monroy, Zulema Alanes,  Amalia Pando, Iván Canelas, Jorge Rene “Minili” Ordoñez, Julieta Vitza Tovar, Cristina Corrales, Jorge Torrico, qué nos miraban como monolitos pedruscos extraviados en la frondosidad de la radio.

Supe de los labios pacientes del padre que su primer deseo fue ser notario como su padre, su libro (que nunca pude conseguir) “Un notario bibliófilo y otras historias catalanas” así lo testimonia. Que llego a Bolivia a radio “Loyola” de Sucre y que luego de ser director de Fides por muchos años fundó en 1963 la ANF. Que con dineros que vinieron de su herencia materna modernizó la agencia con teletipos, fax y otras herramientas que en esa época era verdaderos tesoros haciendo de ANF un ícono a ser estudiado a nivel mundial. Su paso por radio Vaticana. Hasta pude ver a vuelo de pájaro algunas de sus bellas acuarelas.
Luego de mi paso por Fides acampé unos años en Radio “Cristal” que tenia una FM poderosa y estéreo, una rareza en esa época. Ahí conocí trate y admire hasta la  obsesión a Don Lorenzo Carri, que nunca fue cercano al padre Gramunt. jamás entendí porque, fueron increíblemente parecidos, dignos de la mas alta admiración y respeto.

Con los años y el perfeccionamiento profesional perdí el rasto del padre Gramunt. Apenas fui usuario de Facebook le solicité amistad, solicitud que nunca respondió, imagino al haber olvidado a su “operador”,  hasta que probablemente llegara a sus manos mi crónica “ Hija del Fotógrafo de Hitler mata a Cónsul boliviano por amor” publicada en varios medios el 2015.
Donde menciono su participación en la aventura del guerrillero “Inti” Peredo en la casa de la familia de Monika Ertl en la plaza Adela Zamudio.

Entonces discretamente aceptó mi amistad en las redes sociales y fuimos de nuevo compañeros de consola hasta su muerte estos días. El siempre hablando y yo siempre escuchando respetuosamente.  Tenía un sentido del análisis de la realidad tan brillante como su talento. Dueño de un sentido crítico excepcional. Su palabra favorita era “recular” y la aplicó en su vida misma.
¿Cómo te enteras tu de esas cosas, matasanos”?, celebro tu afán de escribir tan bien el idioma castellano, me escribiera en letra Arial No. 20.

Cuando resulta difícil encontrar luces en un oficio en constante transformación, al que acechan hoy tantos peligros en e mundo, el padre Gramunt tenía el camino claro y se lo iluminó a Bolivia, al periodismo boliviano, a la agencia de Noticias Fides y sus discípulos.
A ello dedicó su vida. Un ejemplo de dignidad. Descanse en paz, honor al maestro y precursor de tantas generaciones.