Bolivia y Chile han mantenido, inclusive antes de la guerra del pacifico, profundos desacuerdos por mas de un siglo, un itinerario penoso que aun perdura para dos pueblos amigos y vecinos. Las diferencias en la interpretación histórica; las visiones dispares sobre la realidad, los eventos en la escena binacional, la interdependencia asimétrica y compleja, en la balanza comercial, de bienes y servicios, en los recursos hídricos, migratorios y jurídicos y la vulnerabilidad en la empatía de ambos estados ha terminado desdibujado la cordialidad natural entre ambas naciones hermanas. (Keohane y Nye - La política Mundial en transición - 1988)
Estos y otros fenómenos han incrementado la sensibilidad entre los dos países hasta el punto de politizar irracionalmente el ambiente, desterrando el indispensable ejercicio cooperativo y fraterno. En estos últimos meses, los intereses y anhelos de ambos gobiernos se han reducido a sobrellevar la vecindad sin mucho empeño en un franco menoscabo los pueblos.
La proyección internacional de Chile, su gran crecimiento, el índice de confianza que despierta dentro de la comunidad internacional, su progreso y su transparencia institucional han ocasionado admiración y respeto en el orden mundial. Bolivia por otra parte es un estado con enorme disparidad cultural, étnica y regional, con una población eminentemente urbana que ha transitado en la ultima década por un “Súper Ciclo” de excepcionales beneficios económicos y trascendentales cambios en su estructura financiera, social y política –con altibajos y aun frágiles para la mirada mundial- pero destacables desde la perspectiva interna y del contexto internacional, especialmente para Chile. Este impulso ha generado magníficos avances en las relaciones exteriores bolivianas. Con el fin de prosperar en la resolución de sus demandas, Bolivia ha instalado en abril del 2013 una causa memorable en la Corte Internacional de Justicia que, distanciada del tratado de 1904 aspira a fragmentar la ortodoxia chilena, desde el ángulo de la vigencia del cumplimiento de los ofrecimientos emitidos por Chile a lo largo de muchos años.
Chile ha sostenido en el imaginario colectivo de su población por mas de un siglo que “La historia la escriben los vencedores” (George Orwell -1984, atribuida a Winston Churchill). Eso quiere decir que hay otra historia, quien quiera oír que oiga (Litto Nebbia, Eduardo Mignogna – 1983) La intensa investigación de la memoria histórica (introduciendo como sujeto a Chile) hoy en curso en Bolivia, apoyada por el rigor científico de los hechos, ha permitido una compresión mas rigurosa, menos subjetiva y sin retoques de la historiografía común. Otra historia, mas creíble, es la que escriben los perdedores. Bolivia lo sabe y Chile lo esta empezando a asimilar.
Los vínculos entre ambas naciones se han iniciado en medio del arquetipo “Ganar - Perder”. Un incidente poco conocido lo ilustra: “Fuimos invitados a una nueva conferencia con el Presidente de la República y el Ministro de Relaciones Exteriores, (de Chile) para examinar un proyecto de protocolo final. Se nos ha dado plazo hasta mañana para aceptarlo o rechazarlo. No cabe duda que la invasión a Bolivia se ha hecho inminente. Nuestros medios de defensa serían demasiado deficientes para contrarrestar el ataque de un ejército numeroso, aguerrido y bien armado. Las calamidades de una guerra, los estragos de una ocupación violenta de nuestras ciudades y la vergüenza de una posible derrota se han presentado a nuestras conciencias de una manera abrumadora y en situación de poder alejar estos peligros hemos resuelto suscribir la tregua” (Plenipotenciarios por Bolivia Belisario Salinas, Belisario Boeto - Pacto de Tregua – Santiago – 4 de Abril 1884)
Con el pasar del tiempo la relación se fue transformado positivamente. En el seno de OEA las resoluciones 486 - 481 – 560 y 602, aprobadas y suscritas en gran mayoría por el estado chileno “Exhortan a ambos países a que, en aras de la fraternidad americana, inicien un proceso de acercamiento y de reforzamiento de la amistad de los pueblos boliviano y chileno orientado a una normalidad de sus relaciones tendiente a superar las dificultades que los separan, incluyendo en especial una formula que haga posible dar a Bolivia una salida soberana al Océano Pacifico sobre bases que consulten las reciprocas conveniencias y los derechos e intereses de las partes involucradas”.
La declaración publica del Presidente Salvador Allende el 12 Noviembre de 1970 así lo prueba “En este plan de reparación de injusticias, he resuelto que se acabe el encierro (boliviano) que sufre desde 1879. No se puede condenar a un pueblo a cadena perpetua, un pueblo que esclaviza a otro no es libre. Ha llegado la hora de la gran reparación de una injusticia cometida contra Bolivia. Chile tiene una centenaria deuda con Bolivia y estamos dispuestos a emprender una solución histórica. Bolivia retornará soberana a las costas del Pacífico”
Desde entonces, las relaciones binacionales con numerosos contratiempos e importantes avances se han desenvuelto en el ámbito diplomático. Las recientes reuniones del Acuerdo de Complemetacion Economica (ACE y ACE 22) las ruedas de negocios en 2009 y 2010 y la multiples muestras de confianza entre los paises son un ejemplo de intregracion verdadera. “La cooperación es una de las soluciones más viables, descartando otras alternativas en materia teórica tales como ignorar a Bolivia o debilitarla” (Embajador Mario Artaza Rouxel, Paz Milet Garcia – Nuestros Vecinos – Santiago 2007)
El desconcierto chileno luego de las primeras resoluciones de la CIJ de la Haya, superada la “fase de negación” sobre el asunto boliviano, ha obligado a Santiago a repensar su propia mitología y a adecuarse a las nuevas coyunturas. Por su parte Bolivia ha impulsado la gestión con desmesurado entusiasmo, matices innecesariamente triunfalistas y animo excesivo, desdeñando el beneficio virtuoso del estilo diplomático. Estos deslices han conducido a ambas naciones a una especie de intríngulis comunicacional y político de precarias e imprevisibles consecuencias llevándolas nuevamente al viejo paradigma “Perder-Ganar”. Hay, por citar algo urgente, 9 funcionarios bolivianos detenidos en Chile sin desenlace previsible a la vista, un paro aduanero en curso y negociaciones portuarias indefinidamente aplazadas. La fraternidad cimenta la identidad colectiva en todas las naciones. Para que pueda funcionar, hace falta preservar entre los ciudadanos de los estados una amistad civil basada en unos principios compartidos, en un respeto y en un afecto mutuos que hagan posible la concordia. (Aristóteles – 350 a.c.) (Los arquetipos: Ganar – Ganar, Ganar – Perder y Perder - Ganar – Robins – Comportamiento Organizacional – 1994)
Algunos de los asuntos pendientes que han generado distanciamiento entre los gobiernos están bajo la tutela de la Corte Internacional de Justicia. Que sean las respetables cortes las que expresen sus dictámenes a ser honrados por las partes. Los múltiples canales y las agendas que unen a ambos estados persisten, y deberán seguir por necesidad, atentas y vigorosas, es innegable que hay innumerables manifestaciones en favor de la amistad y la hermandad entre ambas naciones. Enemistar a la vecindad es indeseable, aun cuando sus inquietudes e intereses estén en discordia y es ineludible volver a reencontrar las centenarias vías del acercamiento entre ambos pueblos desarrollando creativamente opciones de beneficio mutuo, respetando con mesura los puntos de distanciamiento, bajando el tono y honrando sutilmente y a largo plazo los tradicionales y prudentes modales del ejercicio diplomático.
Y esta invocación a favor de la coexistencia mutua, debemos de oírla todos.
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