Los chilenos son amables y cariñosos, cultos y respetuosos de sus instituciones, son amigos y vecinos entrañables con los que mantenemos una admirable camaradería. Tengo hijos, maestros, condiscipulos y parientes chilenos a los que quiero y respeto. Vamos mucho a Chile a verlos y a actualizarnos, y ellos vienen mucho a Bolivia a restituir el afecto y la consideración con su experiencia y su encanto.
Recuerdo haber tenido en mi casa en La Paz, por largos días, al ingeniero Gonzalo Blumel, ahora ministro del interior y seguridad publica chileno. Hijo de mi maestro el Prof. Juan Enrique Blumel, el ministro es un extraordinario músico de guitarra, con el que las horas del día resultaron siempre insuficientes.
La sociedad chilena tan marcadamente neo capitalista y neo democrática luego del largo gobierno militar ha perdido los nexos institucionales entre las voces de los mas pobres y el estruendo sonoro de los mas ricos. La articulación de los lazos entre el estado, la economía y la sociedad se han reducido a una intermediacion extremadamente flexible y ultra liberal entre las elites que concentran la propiedad y el monopolio a los que el estado les reconoce como “fuentes de gobernabilidad” o “enclaves autoritarios del mercado” validos (Manuel Garreton - Hacia una nueva era política - Santiago - 1995) y un movimiento popular cada vez mas pequeño, intencionalmente debilitado desde la administración del estado, tildado siempre de “agitador”, “extremista” y deslegitimizado a propósito desde todos los gobiernos luego del totalitarismo militar, con el fin de disminuir su valor social para alejar cada mas su presencia imprescindible en el ejercicio del poder.
En Chile lindo como un sol; heredero de una “neo democracia protegida de chacarillas” (Augusto Pinochett 9 - Julio -1977) tutelada desde las fuerzas armadas, a modo de “vigilantes del orden social” tan disuasivas como lapidarias, se ha procedido hasta hoy a anular intencionalmente el clamor de las mayorías encandiladandolas con el “progreso económico” para que renunciaran a los sueños que la soberanía popular reparte universalmente, la igualdad, la fraternidad y la libertad (no solo económica). Mas de dos generaciones de individuos de este modelo tecnocrático aprendió con languidez, a despreocuparse de los vínculos con el poder. Ciudadanos devotos del consumo de crédito, enajenados por el rendimiento - gasto, que entregaron sus aspiraciones a fracciones políticas a las que se les llamo “partidos” con acciones técnicamente equitativas como las elecciones o el parlamento bajo la vigilancia del "orden social" de las fuerzas armadas consolidando en Chile desde la constitución de 1980, un sistema que reparte indices de representatividad con un sesgo tan marcado e ilegitimo como el propio Pinochetismo, que goza aun de la nostalgia de numerosos ciudadanos.
En esa taza de leche llena de paz económica y tranquilidad, repleta de consumidores deseosos de la superación financiera, cientos de miles de jóvenes incubaron la disidencia. Seguros de saberse poco escuchados; postergados en sus aspiraciones en la educación (la revolución pingüina - 2011), tarifas eléctricas y combustibles altos, interminables listas de espera en la salud, medicamentos de alto precio con mayusculas ganancias para los mayoristas, lúgubre transporte publico, mezquinas jubilaciones, cansados de la privatización hasta del escaso aire limpio disponible, de los altos indices de corrupción demostrados pero hasta hoy impunes a los que se sumó la deplorable defensa de los derechos humanos, los ciudadanos salieron a las calles y dispararon una protesta que todavía no cesa.
La respuesta del gobierno fue asombrosamente similar a la de los días mas sombríos del gobierno militar: Siete toques de queda, con violaciones aun mayores de los derechos humanos. 3.000 heridos, 2.500 detenidos y mas de 19 muertos, y son las cifras preliminares.
Y a pesar del terror hereditario a los espolones de las “fuerzas del orden”, los jóvenes (como en Bolivia) salen a protestar todos los días sin muchos objetivos definidos. Una consigna viva de la población es la de convocar a una nueva clase política con el objetivo de re inaugurar la dignidad de las personas y sin duda el gran imaginario colectivo transcurre (con el que esta de acuerdo el 70% de la población) por la reforma inmediata de la constitución.
El gobierno chileno entendió un poco tarde y un poco a las malas que la polarización era inevitable. El “centro de gravedad” del estado había cambiado en un santiamén. “Una invasión extra terrestre”. (Cecila Morel de Piñera - 21- Octubre - 2019)
Luego de las flatulencias, los militares volvieron a sus cuarteles. Para el presidente Piñera, el enemigo “poderoso e implacable”, (20 - Octubre - 2019) que era su pueblo, ganó poder, perdió el miedo y es capaz hoy de paralizar el país todos los días. “El orden por encima de caos” se cae a pedazos. Su mea culpa fue insuficiente y tardía. No hay ni un partido político ni un líder determinado que haya tomado la posta, pero a pesar del vacío de conducción, el pueblo chileno registra marchas patrióticas regulares llenas de manifestantes en casi todas las regiones, bajo la lupa de 8 mil uniformados que vigilan por día, solo en Santiago.
Los chilenos y los amigos de Chile, con la bendición de Dios, “caminaremos desde el desierto calcinante y saldremos de los bosques y los lagos, y evocaremos en un cerro de Santiago a nuestros hermanos que murieron antes”
No me cabe la menor duda.
No me cabe la menor duda.
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