jueves, 14 de marzo de 2019

La Capilla Yupanquina del Altiplano Boliviano




Flanqueada por el  Pukara de Monterani  una mítica fortaleza aplanada  en forma de torre donde luego de la ultima batalla el cacique inca Tupac Yupanqui le arrebató al cabecilla aimara Paka Jakhes (hombre águila) el bastón de oro de mando Kori Huara, (castellanizado luego como Curahuara)  A orillas del rio Lauca,  a 4.200 metros sobre el nivel del mar, blanquísima, construida a mano con adobe y  arcilla contrafuertes de piedra y techo de paja hacen 432 años, en ángulo recto con el Sajama, se levanta la iglesia de Curahuara de Carangas, la joya oculta mas hermosa del ande, ignorada para la mayor parte de nuestros compatriotas. Su construcción, en honor al apóstol Santiago, duro siglo y medio con grandes intervalos de abandono.  Se inició en 1608,  con dos etapas adicionales en 1711 y en 1777.  
El monumento es único en toda América y  es equivalente, en el sur, con la iglesia de Andahuaylillas en Cusco, Perú.  Ambas reúnen la pintura mural y los retablos del arte barroco andino mas celebres del mundo, con la diferencia que la capilla boliviana fue construida, ilustrada y adornada exclusivamente con materiales del lugar y por los habitantes de la zona. Los presbíteros que bajo su mando permitieron su construcción fueron los curas agustinos, Baltasar Cachaga, Gonzalo Lara y Francisco Martínez de Lima bajo las ordenes de Juan Ortiz Vitalsol.

El atrio enseña 2 ingresos bien marcados por la dualidad milenaria  (dicen que para la parcialidad de los Aransayas en la parte alta y otra para los Urinsayas en la parte baja)  El pórtico de color naranja anuncia un vergel de incomparable belleza. No hay un  centímetro de yeso del revoque (excepto un parte del techo que se desplomo en 1901 y que hasta la fecha no ha sido reparado) que no esté pintado con las visiones bíblicas rústicas, alegres y florales de los habitantes de la región que adornan el interior.  
La biblia en ese entonces tenia libros hoy desaparecidos que les fueron revelados a los habitantes del señorío: Esdras, La historia de Susana, Bel y el dragón, entre otros declarados inapropiados desde 1684. 
Y los pintores aimaras incorporaron magistralmente a su mirada de lo eclesiástico, el pensamiento inmemorial de la cosmogonía andina de sus antepasados. Es habitual observar en los retratos de “El Arca de Noé”, “Adán y Eva”, “Oración en el Huerto”  “Los cuatro evangelistas”, el “Infierno” o el “Juicio final” la presencia de asnos, conejos, quirquinchos, wuallatas, zorros, patos  y carneros.  
A los reyes magos llegando a Belén montados en llamasA la Virgen María (Mama Paxsi) investida  con cofia de plumas, como una emperatriz  inca, y a la imagen de Dios representada como el sol (Tata Inti)

Las  imágenes del cielo y el infierno son similares a las de Melchor Pérez de Holguín en Potosí del fines del siglo XVII y es extremadamente curiosa la representación de la ultima cena, que comparte las ilustraciones de los antiguos “códices” de un perro y un gato en ambos flancos aludiendo el eterno conflicto entre el bien y el mal.  En la escena, Jesús participa con sus apóstoles de la ultima cena ofreciendo un conejo estirado (como en el cuadro Correa de Vivar en la iglesia de la asunción en Arroba de los Montes de 1550) a modo de impartir la eucaristía. Lo asombroso es que todas las influencias, paralelismos y similitudes pictóricas previas son imposibles de respaldar historiográficamente.      

Las pinturas al óleo del barroco colonial  en Curahuara también tienen influencia francesa porque algunos de los misioneros  en la colonia fueron galos. Un retrato de Luis XIV así lo atestigua en un almanaque francés de 1711 pintado en la sacristía. El visitante se estremece  cuando percibe a simple vista que cráneos y huesos humanos forman de los pilares de la mampostería. Los detalles de los grabados son conmovedores, los arcángeles custodios del portal tienen demonios vigilantes en el mismo numero y proporción y los leones de Judá del evangelio tienen cabeza humana porque pese al relato de los dominicos, los retratistas nunca habían visto un ejemplar.


La óptica  que  los artistas del virreinato plasmaron en los muros enseñan imágenes profanas que los vicarios no se animaron a restringir. Sincretismo de factura única en Bolivia. Se observan siluetas sombrías similares a los relatos sumerios, inmensos dragones emitiendo fuego, hasta hay un capellán barbado ingresando el infierno (llamado levitrán por el custodio del templo - Hilarion Nina) Hombres – reptiles portadores de carros rodantes y portales remotos a mundos intraterrenos (Wiñay Marka) de seres de aspecto saurio y humanoide (Antonio Portugal – Ciudades secretas de los Andes – Kindle - 2013) presentes en el recuerdo inmemorial de los pintores de la época  que desafían abiertamente la lógica eclesiástica y que hacen de los frescos indelebles muestras ancestrales.  Algo similar se observa en la iglesia de Parinacota en Chile en los altos de Arica pintada con azules de Prusia, (los tonos en Carangas se obtuvieron de la cochinilla y de la tola) culturalmente y geográficamente indisoluble del territorio boliviano, y cuya construcción estuvo inspirada sin duda en el modelo del templo de Curahuara en 1739 (Corti -  Guzman- Pereira – 2010 - Chile )
  
Declarado monumento nacional en 1960, sometido a innumerables restauraciones a lo largo de los siglos, renovada parcialmente por ultima vez en el 2011. Por efecto de las lluvias recientes, uno de sus contrafuertes (manchón o soporte exterior del muro de barro) se ha venido abajo en Enero del 2019 y los otros siete están en peligro de derrumbarse.  La magnánima joya con cuatro siglos encima, oculta en el páramo de los Andes, a 220 Kilómetros de Oruro espera un proyecto integral de restauración que nunca llegó, que no  existe en la percepción de los funcionarios o en el ideario del estado, no solo con el fin de la restauración del contrafuerte colapsado sino también para disponer el mantenimiento, la salvaguarda y  la rehabilitación de sus tesoros.

Algo estamos haciendo mal, los gobernantes y los gobernados. Algo de los  650 millones de dólares usados hasta el 2014 (en un solo programa) en aulas, laboratorios, canchas de césped sintético, coliseos, tinglados, graderías, estadios, mercados, terminales de buses y vías vecinales de esta Bolivia iletrada plagada de elefantes blancos que nos toca vivir, deberían ser suficientes para restituir el descuido y la amnesia colectiva en cuanto a un monumento que bien podría llamarse la Capilla Yupanquina del Altiplano Boliviano, en honor al inca Tupac Yupanqui en lugar de la capilla Sixtina de los Andes. Un sacrosanto y portentoso mausoleo de nuestra memoria colectiva.


"El Diario" 17 de Marzo, 2018

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